lunes, 21 de marzo de 2022

Belleza, poder y las cosas que son



Tengo muchas ganas de irme a la cama
con un sentimiento en mi pecho
como si hubiese vuelto a perder,
pero que esta vez sea para mejor.

-G&TW-

A pesar de lo ilógico de juzgar todo basado en su belleza (o falta de), en algún momento no quería dejar de hacerlo, olvidar la belleza de ciertas vivencias, y enfocarse solo en qué tan bien o mal nos hacen, es muchas veces la mejor forma de olvidar, pero tampoco es algo que me guste hacer.

Hay cierta calidez en el mundo que no tiene trascendencia en nosotros, y nos daría igual olvidar, y así también existen aquellos dolores y aquel frío que nos marcan lo suficiente como para querer tenerlo siempre presente, a veces la mera noticia de descubrir cómo podemos llegar a sentirnos es un cambiador de juego.

Hace tiempo escribí sobre la inteligencia necesaria para entender que el poder de cambiar algo no implica tener que hacerlo, y que muchas veces la vida consiste simplemente en no hacer nada, dejar que las cosas sucedan y seguir adelante con solo aquello que corresponda seguir llevando, a veces la única intervención que tenemos que hacer es interna, y se trata de responder qué tanto de nuestro pasado conservaremos.

Sin embargo, el querer cambiar algo para lo que no se tiene el poder no es en absoluto falta de inteligencia, a veces, es el requisito para luchar por conseguir ese poder de cambio, en otras ocasiones la manifestación conjunta de algo que nos hiere y algo que no podemos cambiar es en sí una demanda de cambio, pero desde el adiós y la resignación.

Los problemas solo existen cuando tienes dos o más caminos a tomar, en otro caso, simplemente son realidades, algunas de esas nos rompen el corazón o nos consumen la cabeza, sin que nada cambie en absoluto, salvo nosotros, la única pregunta remanente es si al final de tanta falta de poder de cambio hemos crecido lo suficiente como para tener ese poder, o perder el deseo de cambiar las cosas.

Incluso el repetirse una y otra vez que algo no debe importarnos y no vale la pena sufrirlo nos lleva a consumir más energía de la que deberíamos, a veces la forma más tranquila de seguir es dejar las cosas como son, incluyendo aceptar nuestros sentimientos y mirar desde suficiente distancia, desde aquella distancia donde la belleza es inofensiva y ya no importa qué tan distinto pudo ser todo, porque ya no es, ya no será.