viernes, 29 de abril de 2016

Vespere

Si pudiese, obra de mi mundo interno,
hacer visible su sonrisa ante todos los ojos,
y mostrar lo que en mí es aquel recuerdo
por amor profundo vuelto sempiterno.

Traería desde el candor de mi infancia ausente
hasta  la severidad de mi adultez presente,
unas manos pequeñas que daban cabida a todo,
y la felicidad, y la sonrisa, y el volver a verlas.

Si tan solo me fuese posible acariciar
lo evocado entre mis sueños de cada día,
que me hace sentir que al dormir solo despierto
tendría el abrigo esperado en lo interno.

Cuando quise ser feliz, siempre corrí justo ahí
en aquel rincón cercano a la cima de mi mundo
entre árboles, escondida, donde tiempo atrás la vi,
tal vez espera aún que vaya hacia su encuentro.

Si supiesen sus cabellos lo que es y lo que fue
verlos por ahí saltando junto a sus carreras,
siendo libres, como hace tanto no puedo ser,
si supiese yo la forma de poder romper cadenas.

Correría a buscarla con certeza de encontrar
un atisbo de su aroma pendiendo del enramado,
y con mis pulmones llenos la podría respirar,
hasta abrazarla y ya jamás sentir que soy hallado.

Factum

Finalmente la vi, sonriéndome distante entre las masas de gente, y por primera vez en un largo tiempo, me acerqué a aceptar el diseño de este mundo, y a su vez, a entender un poco del sentido de mi propia vida, algo tan abstracto como el alma me pareció concreto y palpable, y mis expectativas fueron vencidas largamente. 

Sentí, casi sin poder negarme, que ella fue la primera mujer en el mundo, antes de ella, después de ella, solo han existido pistas de mil conceptos que mi mente entendía desde la lejanía, desde el saber de su existencia más no de su fundamento.



Collatio

En algún rincón del mundo, la noche sigue cayendo tal y como la he amado y entendido por toda una vida, y en sus versiones de verano, sus puntos más oscuros siguen bailando junto al centenar de luciérnagas que saludan alegremente la llegada de la calidez, y la felicidad que nos traía a todos desde su tranquilidad, allá el río, acá lo viejos manzanos, y bajo mis pies la misma tierra que a cada uno le da su todo.

Mientras, en este rincón del mundo, las noches caen como por la inercia de existir, incomprensible, indistinta de la fecha, se copa de luces confusas que invaden la pureza de la oscuridad que llama a la luna, en un todo inerte, no me queda más que cerrar los ojos esperanzado, suponiendo que mi presente será un excepción de lo que mi pasado otorgará a mi futuro.

Como mi disposición natural fue tal, desde niño quise ser feliz, luego me enraicé en rincones eternos mi propio ser, y la búsqueda de su alimento fue tan exitosa que colmó de alegrías mi joven corazón, mas ahora, mis raíces se rehúsan a entregarse en tierras extrañas, le  parecen enemigas a su naturaleza (a toda naturaleza), y a ratos pierdo las fuerzas como quien no se nutre.

Num



Si abro mis ojos mientras veo que te arropas,
te siento lejana al mundo, como protegiéndote,
sin salpicarte de su maldad, te llenas de ti misma,
y te ves bien incluso cuando el viento arrecia.

Si levantamos la mirada frente a un frío cruento,
tu sonríes, y me abrigas con ello, lentamente,
me siento lejano a lo real y su paso lento
de maldades, de soledad y de lamento.

Si veo mi realidad enlazado en tus brazos
las alegrías dejan su sabia con dulce paciencia
regocijándonos el uno sabiendo del otro
en la calma dada por la mutua conciencia.