La vi un día entre numerosas almas,
y la conocí desde
aquel instante,
y la quise para
mis brazos,
pues la quise
desde mucho antes.
Yo la quería como a la vida propia,
como a la luz matutina,
como al sueño nocturno,
como al sueño nocturno,
como a ella misma la necesitaba.
En la diaria batalla, en el día a día,
con paciencia incomprendida,
con el tiempo de
mi vida,
así es como yo la
quería.
Mas un día se me
fue con lo que sentía,
y sentí de golpe
mi alma vacía,
de sentirlo todo hasta ningún latido,
recorrí el camino, me sentí perdido.
Pues no pude
encontrarla tras mirar su rostro,
pues no pude verla
tras sus mismos ojos,
se había ido con
mi vida propia,
y me quedé ahí
donde el pesar acopia.
Ella se fue y no
la vi jamás,
si fue ilusión
quedó en mi la duda,
yo la quería y
ella ya no existía,
vino la vida, se
la llevó un día.
Ella era en sí lo
que yo sentía,
que más que amor era su nombre propio.
que más que amor era su nombre propio.