Un viento seco que por cada esquina va,
arrastra hojas de una vieja estación
mas yo quería seguir viendo a los árboles
y sus sombras extendiéndose,
y la voz que llamó, nadie la respondió,
y fue borrada en un abrir y cerrar de ojos,
desde la multitud de la calle principal
ella se fue a un lugar lejano y sin nadie en él.
Aunque entendí lo que habría de pasar, fingí no saberlo
pues de mí, de mi soledad, nada podría hacerla cambiar.
Despido aquellos espejismos que en día conocí
bajo el cielo que rojizo brilló
y luego empuño hacia mí mi debilidad,
como una flor que nunca jamás su fruto entregó.
Mi sueño se cumplió, y conocí el dolor.
Ahora el canto de las aves al migrar
desaparece en el manto del atardecer
el camino a mi hogar se aleja más de mí,
y ahora estoy aquí, en un lugar sin nadie más.
Aunque el paisaje y su color vino a mí, y llegué a tocarlo,
sigo aquí en soledad, silente me habré de quedar.
Y beso aquellos espejismos que un día yo amé,
al crepúsculo del cielo que vi
y las estrellas de antenoche no han brillar,
la luna no está, la espero aún, sin nadie a quién hallar.
El dolor conocí, aquel que me rompió.
He llegado a saber que aquello que busqué,
en lo días que repetí, era tan solo hallar una razón de seguir.
Despido aquellos espejismos que en día conocí
bajo el cielo que por tanto anhelé
y aquellos tiempos del pasado empuño hacia mí,
como de una flor el pétalo que mece en soledad.
El dolor persistió, tras volvernos a ver,
tras más encuentros sé, mi anhelo habré de hallar.
Desde que escuché parte de la banda sonora de Natsume Yūjin-Chō fui cautivado, y más aún al conocer la dulzura de la serie y cada una de las mini historias desarrolladas en ella.
Supe, sin entender nada, que el sentir agridulce de la complejidad que la belleza de la pérdida otorga quedaba perfectamente plasmado en el cierre de su recientemente estrenada quinta temporada, por lo que quise traducir su letra, conservar su significado y adaptarla en cada una de sus líneas vocales.