domingo, 27 de septiembre de 2020

Fatigas del querer III [26/9/20]

Cuán inútilmente recordaremos los intentos del corazón de expresar lo que ha sentido, reencontrando el dolor perdido y la idea de algo que no es posible.

Miradas que se escaparon cuando debían quedarse, que se buscaron confundidas y sin decisión, escondidas en el miedo a encontrarse, que nos dejan mirando a las nubes, el sol inesperado por la mañana que no queríamos ver, la lluvia que viene en camino y un horizonte vacío que arrastra el viento.

Sobre la mesa todavía descansa un trozo de papel que llama a los poemas que no terminan de recitarse por no tener quien quiera oírlos, y sobre una pantalla relucen mensajes en blanco que eran la esperanza de llegar a recibir algo, pero que permanecerán sin llegar hasta el fin de los tiempos.

Sentimientos que saltan sobre una quebrada y no logran llegar hacia el otro lado, muriendo barranco abajo, las pulsiones sexuales que se esconden en la desconfianza, y la confianza que se pierde entre palabras incumplidas y minutos de los que nadie se hace cargo, que se mueren en el olvido cuando ya no han sido alimentados.

Nos quedamos solos, sin esperanza de descansar ni energías de intentar algo nuevo, de a poco y sin quererlo comenzamos a sentirnos viejos, la vida se vuelve tibia y los días más inútiles, hasta que nos cuestionamos si ha valido la pena cargar con eso que no da descanso, hasta que nos preguntamos en qué momento nos quedamos tan dolidos hasta morir en cada día golpeados por el desgaste del querer.

Fatigas del querer II [1/4/2020]


Repetidamente los intentos del corazón se perderán ante la falta de un lenguaje que los dirija.

Dos cuerpos se rodean el uno al otro en un ir y venir confuso y no llevan nada hacia ningún lado, como ramales perdidos que se devuelven a sus raíces, y mientras respiramos  nos giramos una vez más hacia la desconfianza reforzada, la soledad acentuada y las piernas casi rotas de tanto caminar por respuestas que no existen.

Lo que una vez fue vivido, ahora parece que nunca sucederá, y solo nos quedan los amaneceres mustios, el sol asomando su luz sin calor alguno y el pesar de los ojos que no han logrado cerrarse. Sobre el escritorio recae la tristeza entre textos que no terminan de escribirse, libros que no terminarán de leerse y un teléfono cuyo buzón de entrada notifica mil veces que no existe un solo mensaje realmente importante.

Un desayuno que se vuelve solitario, el deseo sexual que finalmente induce al rechazo, palabras que no se vuelven a decir nunca, miradas que se pierden tanto en el tiempo que parecen parte de un mito, y el paisaje lejano que se quiebra en el horizonte como el concepto del mañana, que pareciera no llegar nunca mientras lentamente nos aleja, hasta que descansamos solo a causa de la distancia del agotamiento del querer.

Fatigas del querer I [7/6/19]

Y tan fácilmente los esfuerzos del amor suelen traducirse e interpretarse de forma errónea, de transmitirse infructuosamente.

Deslizándose el uno contra el otro como placas tectónicas, en un baile confuso como el de murallas que trepan sobre sí mismas, vamos dejando suspiros, huellas y rodillas rotas de tanto andar, la sensación de haber vivido algo en otra vida se confunde con la sensación de nunca llegar a vivirlo, y luego solo recordamos nuestro corazón agitado, la salinidad de las lágrimas y el azote del sol por la mañana escurriendo sobre nuestras ventanas.

Las emociones se acumulan entre un buzón de mensajes y libros que ya no vuelven a ser ordenados, las conversaciones y sus argumentos se difuminan entre el deseo sexual, un desayuno que se vuelve solitario y los nombres de ambos, que se llaman una y otra vez.

El ayer se pierde en el horizonte, el mañana es arena sobre el viento, y la vista de ese paisaje nos lleva a ese estado febril y las fatigas del querer.

lunes, 21 de septiembre de 2020

Cor Meum


Corazón mío, que tu latir ardiente
de volver a sentir sentí el impulso
mas de recordar tu dolor pleno
solo pensé en dormirte a mi seno.
 
Corazón mío, que descanses yo quiero
del amor sonriente que te trajo brisas
de frescura, mas desamor y el frío
y partes tuyas repartidas en trizas.
 
Quiero que en nadie más repares,
ni repararte uniendo partes quiero,
y que renazcas como una nueva vez
conmigo, más fuerte y aprendido.
 
Corazón mío, que en tu impulso ferviente
tal vez heriste por latir a quien te quería
quisiera que dejes que ese sentir te llegue
para existir entre el tiempo y sus pliegues.
 
Quisiera que quieras bien a quien te quiera
que de quererlo tanto has preferido no verlo
¿Y si se pierde? No importa, seguirás latiendo,
mas descansa un poco para tenerlo.
 
Corazón mío, que al ser feliz estés tranquilo
y en esa paz tomes las manos de alguien
por cuanto te perdiste hoy te encuentro,
durmiendo, mientras te espero despierto.
 
Corazón mío, sé que anhelas esos días
de reírnos tanto y dar una y mil vueltas,
mas si no vuelven no puedes detenerte,
que antes el morir que el volver a perderte.