sábado, 5 de diciembre de 2015

Quaestio et Romance


¿Puedo sentarme aquí?, ¿Puedes quedarte?,
el escenario es bello y las hojas no ralean,
¿Puedo apoyarme en ti?, ¿Puedes dejarme?,
y que mi frente duerma sus preocupaciones.

¿No te irás cierto?, ¿Puedes quedarte?
el mundo está hermoso ante la luz de tus ojos,
y quiero esperar hasta que el sol se esconda,
y el frío nos obligue a tomarnos las manos.

¡Ah!, ¡Es tan hermoso compartir esto contigo!
las hojas caen libremente, parecen felices,
si observas un instante, la vida emana bajo ellas,
y junto al pasto que amo tanto más ahora.

Los árboles cantan tan suaves, ¡Y también bailan!,
estoy feliz, de oír tu voz y la de ellos,
y ver como se arrojan tus pies a este tapiz,
que ellos protegen para que sea nuestro.

¡Y como no estarían los árboles felices!,
si te amo tanto como ellos a la tierra,
y sus buenos corazones entienden que te busque,
¡Y tanto!, filtran la luz para que te encuentre.

Veo tu mirada escondida entre las sombras,
buscando mis ojos como los míos a los tuyos,
y se encuentran, se miran, ¡Y huyen!
como la piel del fuego que es mucho abrigo.

Y los árboles se abren en generoso juego,
y la luz nos sorprende buscando nuestros rostros,
y se encuentran, se tocan, ¡Y se quedan!,
como la piel que haya a la que es su abrigo.

¡Ah!, ¿No te irás cierto, puedes quedarte?,
quisiera que esta noche fuese eterna,
tengo la certeza de que tu amor es mío,
y libertad del tiempo que todo corrompe.

¡Ah!, ¡No me iré jamás, quiero quedarme!,
y hacer que esta  noche sea eterna,
ten la certeza de que mi amor es tuyo,
y que la lógica del tiempo incluso rompe.

Genus Memoriae


Mi padre movía con decisión y fuerza la carne,
mi madre ajustaba con abnegación todo lo demás,
yo recorría la casa sintiendo que ayudaba,
y éramos tan felices como nadie más.

Ahí, junto a la mesa amablemente servida,
se hablaba de tanto mientras se comía,
parando todo cuando alguien se reía,
que aún ahora mismo ya agradezco mi vida.

Puedo decir que fui feliz, y que por lo mismo,
extraño esa casa donde estuvimos todos juntos,
la partida de mi padre supuso un abismo,
los viajes de mis hermanos cerraron el conjunto.

De soledades irreparables y abrazos adeudados,
me nutrí un tiempo aislado tras mis cejas,
mis risas y gritos permanecieron enclaustrados,
hasta que yo mismo me sentí tras viejas rejas.

Mas un día vi a mi madre y su paz sempiterna,
que oculta la inquietud que por adultez vislumbro,
y sonreí tan amplio a este cielo tan fecundo,
donde he sembrado recuerdos de voz eterna.

Sin muerte


Si uno se enamorase de un lugar y pudiese vivir junto a él para consumar ese sentimiento, recorrería todos los días ese pasillo que desde mi casa me llevaba a reunirme con los amigos de toda mi infancia, por su inmensidad, por el siseo sin vocales de los árboles que le rodeaban, por la frescura que ofrecía en verano y la calidez que ofrecía en invierno, porque desde él, a la izquierda podía ver mi casa y pensar en todos los que amaba y lo feliz que era cuando ahí les reunía, y a la derecha, porque tenía la inmensidad de los árboles que en verano se aliaban con un arroyo para refrescar cualquier tarde, indistinta su naturaleza, y porque cubría desde antes del otoño con un alfombrado de hojas cada rincón, de modo que si acompañaba mi ruta junto a algún compañero o compañera de alma, podíamos compartir la admiración por semejante escenario sin mediar palabras.

Desde ahí surgieron tantos viajes mentales e ideas que definieron mi vida en el modo más feliz, al grado de que cuando me despedí de él –y fundamentalmente de toda una vida de cosas amadas- sentí que había perdido parte de mi ser propio, y en efecto, siento que demoré un tiempo no menor en reconstruir mi corazón y la forma de albergar sentimientos por un lugar.

Ahora, por el don de mi memoria, me he vuelto a ver caminando por ahí, junto al difuminado que alcanza la tarde en esa parte del mundo, y con exactamente la misma sensación de paz profunda que ella me entregaba, reaccioné frente a lo que mi vida ofrece actualmente, y estoy tan profundamente agradecido de todo lo vivido, pero a la vez, tan profundamente contrariado de lo que se me ha marchado, que me siento en la obligación de encontrar la conjugación perfecta de todo lo que he amado, de todas maneras, no veo otra opción para saciar mi carácter.

Feminam Manibus

in this hand - http://kot-ka.deviantart.com/


Al llegar la noche hacia mi cuerpo y su memoria,
surgió del cerrar mis ojos la imagen de tus manos,
que fueron para mí maravilla promisoria,
respuesta al misterio infranqueable por años.

Como sello perpetuo del paso de tu cuerpo,
danzan tus dedos para tocar el mundo,
y llenan su ausencia trayendo de tu alma,
ideas ya tangibles vívidas a mis ojos.

Y mis ojos ven entonces cada luz más amable,
al encontrarme por ellas con lo que has creado,
que de la nada tu arrancas melodías y colores,
llega la paz de que de aquí aún no has marchado.

Y ahora que vislumbro atisbos de tu mente,
recibo una pista a mi ansiada respuesta,
y luego busco otra que la enlaza lentamente,
sobre qué subyace de tu realidad a esta.

Y contemplo tu palma tan pequeña y lívida,
y el alcance de tus dedos y su ondeo tan vívido,
aún capaces de tocar el cielo o de crear otro,
que dormiría entre ellos y el calor de tu intelecto.

Aparece...

Soledad en la Ciudad

Es tan grande esta ciudad, y tan extraños sus pasillos, que cuando me veo frente a ellos siento que me va a absorber una soledad profunda, mucho más profunda que cualquier otra soledad que haya experimentado hasta el día de hoy. 

Cuanto más cosas para ser feliz descubres en tu vida, más necesitas compartirlas, y cuando sucede eso, tienes la opción de que no sea inmediatamente posible, haciéndote inmediatamente solitario.

Hoy día, el cielo tiene un tono alegre que no sofoca, las nubes se pasean contemplándolo todo desde lo alto y es como si sonrieran, siento un vehículo acelerando a lo lejos, y tengo la necesidad de decidir qué comer al pasar por el supermercado, en mi lista de cosas por ver y discos por escuchar tiqueo uno más, y cuando se acaba el día tengo deseos de contarte sobre todo aquello.

Así que, por favor, aparece por ahí, porque lo necesito con profundidad, no tiene sentido todo lo que pasa por mi cabeza sin tener siquiera la certeza de tu nombre, o seguridad alguna de conocerte, pero estoy seguro de que cuando te descubra seré capaz de volver a entregar mi cabeza sobre un hombro, y que toda lógica de desconfianza que he establecido se verá rota.

Oblivionem


Sabes,  anteayer me recosté sobre el pasto de esta ciudad a mirar las estrellas, y hoy, mientras la tarde tomaba por completo el ambiente, contemplé el vaivén de los árboles frente a la brisa, y ambas cosas se parecían tanto al escenario en que te conocí y luego te desconocí, y a su vez, cada momento me pareció tan cercano a él, que me pregunté si alguna vez podré escapar realmente del recuerdo de tus ojos verdes.

No tengo claro cómo evaluar estos años, por una parte, mi existencia completa será menos que un suspiro frente a la inmensidad  de la naturaleza, de eso me hablaron esos recuerdos, y por otra, las vivencias intercaladas entre la última vez que conversamos como amigos hacen que esa época aparezcan a lo menos a un par de vidas de distancia respecto a mi actual existencia, siento que se ha roto toda la lógica del mundo y se han ahogado todos los movimientos del tiempo que le gobierna, y si volviese a verte como en ese entonces, seguramente te abrazaría.

No podría decir que te extraño, siendo tan distinto a quien era en ese entonces, y considerado que quien eras ya no existe en este mundo tangible (no así en el de los recuerdos), pero cuando intento capturar todo el aire que necesito, siento que una parte de ello se quedó en ese entonces perdido.

jueves, 19 de noviembre de 2015

Limbo

El mundo le parecía hermoso desde esa ventana, que miraba de reojo mientras empapaba las manos de ella con su cabello,  cuando el día era soleado, entre sus brazos recordaba la felicidad de su infancia y el abrazo de los árboles, sentía ganas de salir a volar hacia esos puntos y sufría un poco menos por no hacerlo, a su vez, cuando el día era lluvioso, se admiraba del calor que ella podía entregarle desde sus caricias, el roce de su piel era en él refresco al sofoco de sus dolores y calor al frío de su distancia con el mundo.

Su respiración se volvía más lenta, más  calma, y su sonrisa más extensa y profunda, cada vez que pestañeaba lo hacía con mayor lentitud, y finalmente se quedaba dormido, cuando despertaba, podía mirar fijamente desde la ventana, pues no había ni brazos acogedores y manos que acariciasen, su habitación estaba vacía, siempre lo había estado, entonces, lo más bello era creer que en aquel plano intermedio entre la realidad y el sueño, donde las conciencias se mueven libremente, ya se habían encontrado tiempo atrás, y que algún día estaría seguro de estar ante ella, cuando al simple roce de su mano, despertara frente al infinito de la vida.

Turrem

…estando ella, me sentí capaz de levantar un mundo en la nada, éramos capaces de construir una red infinita de pensamientos mientras conversábamos, y casi como si nuestros momentos juntos fuesen siempre una metáfora, era ahí donde se nos hacía cómodo sentarnos que anclábamos las bases de mil ideas, creo que esta ciudad quedó llena de ellas, y creo que a pesar de los años que han pasado, no dejaría de sorprenderme si me parase en alguno de esos puntos y levantara la cabeza, si acaso ambos disfrutamos de la misma manera de aquellas conversaciones, de cada una de esas palabras…

sábado, 14 de noviembre de 2015

Duplex mors stimulus [I]

Cuando supo Izkodar de la necesidad de volver al reino de su desaparecido padre, sintió una egoísta alegría ante la posibilidad de reencontrarse con el jardín que se escondía tras la casa gubernamental,  en el cual habitaban casi en forma silvestre las rosas de doble espina, las mismas por las que sentía una fascinación inentendible desde pequeño, casi con la certeza de que en ellas yacía un secreto sobre sí mismo.

Llamábase rosa de doble espina y se prestaba para confusión, puesto que más bien no tenía espinas, la prolongación del tallo era tal, que de cada aguijón surgían dos puntas, también medía una vez y media lo que una rosa ordinaria, esa era la flor que a Izkodar robaba la razón.

Ya hemos hablado de la compañía de la que se había hecho Izkodar, y con ello, de Dhakiala, pues cuando sintió alegría de reecontrarse con el jardín de su infancia, lo hizo por ella, el contexto era tal, que desde hacía un tiempo no podía sino pensar en reunir aquella flor con aquella mujer, como queriendo ver qué espectáculo sería enlazar las dos visiones que más habían capturado su razón desde que tuviese conciencia.

-Es exuberantemente hermosa, enorme, y su tallo crece de tal manera que si lo desease, podría dañarnos a ambos en un mismo instante, desde el mismo aguijón y por el simple hecho de ser como es, y sin embargo, tengo la seguridad de que nadie tiene mayor experticia que la mía para tomarla, puesto que desde niño sentí que debía prepararme para ello.

Eso se repetía Izkodar desde un tiempo, y luego cerraba:

-Justo así es la fuerza que nos une.

En esta vida, hay fundamentalmente dos tipos de miradas lejanas en las personas,  están las de aquellos menos afortunados, que aun estando entre nosotros, nunca terminan de entender realmente que forman parte de este mundo, viven en búsqueda permanente de lo que está frente a sus ojos y en cierta forma van un par de pasos por detrás del resto, existen, sin embargo, algunos pocos cuya mirada se vuelve distante cuando su realidad tangible les es del todo comprensible, y ha sido escudriñada a tal grado que ya están en búsqueda de lo futuro y lo ficticio, y a esta clase es a la que pertenecía la mirada de Izkodar, no era raro que las gentes del pueblo le acusaran de arrogancia, o de ignorar las conversaciones de las que se le quería hacer parte; lo cierto es que nunca perdía detalle alguno, pero tal vez por lo mismo nunca se interesó en realizar contestación alguna.

Entendiendo cómo miraba Izkodar en su vida diaria, queda claro que la única vez en que sus ojos se dedicaban a estar plenos en este plano, con la alegría del que observa algo que le fascina y de lo cual no cesa de aprender, se daba cuando Dhakiala requería de su atención, se sonreía de sólo mirarla dar vueltas por ahí. 

Draco I

Posa detrás de mí el gran dragón su silueta,
que me llama a sí desde su aleteo profundo,
profunda también es su mirada que me reta,
a dormir en su lomo y olvidar el mundo.

Y parto entre sus alas que de aquí me alejan,
haciendo cualquier visión tangible diminuta,
suavemente y por virtud mis dolores se alejan,
mientras felizmente disfruto aquella ruta.

Mitiga ir a su reino incluso las ausencias,
y el gran dragón cantándome se marcha,
y queda en mí el silencio nunca dicho,
de gratitud que el tiempo nunca mancha.

Y la soledad que antaño plantó ante mí barrotes,
se fragua con ellos ante mi aliento draconiano,
que de donde vivo han venido a mi sus dotes,
y ha pasado una vida hasta volverme anciano.

Y cuando siento con fuerza en mis espaldas mis alas,
miro al cielo que rodea el cielo al que me han traído,
y en su búsqueda me lanzo, hacia sus nubes ralas,
y al tocarlas me despierto, me acecha el olvido.

miércoles, 4 de noviembre de 2015

Praeda Fugacior

Escondida en el silencio que tantas veces esgrimes
te escucho caminar por donde las palabras no llegan,
y es como si el mundo lentamente dormitara,
como si de toda quietud fluyente fueses tu la fuente.

Te quedas calma, como un pétalo antes de la lluvia,
previa a la agitación del arrobamiento a lo bello,
y yo me agito, como la lluvia antes de tocar el suelo,
previo a tu paz profunda que me limpia de la efluvia.

Y en ese compás recíproco danzan nuestros sentidos,
sin tocarse apenas, apenas también se alejan,
vuelven a mí de mil puntos sentimientos perdidos,
parten de mí a otros lares dolores que me aquejan.

Entonces, cuando mi ansiedad viaja hacia la paz,
y tu paz danzante en escarceo también se torna,
busco estrecharte a fuego hacia mi pecho,
desvaneces, te llevan las brisas riendo con sorna.

Confessio

¿Qué?, ¿Por qué he reducido mis palabras?, me imagino que abiertamente te haces esas preguntas mientras, y por lo mismo, creo que no podré responderte exactamente, y, sin embargo, te diré algo que generará en ti misma la respuesta, todas las dudas se mitigan, se responden y se bastan en ese viejo piano que conocí ayer.

Posaste sobre él tus manos con una soltura que me dejó absorto a tu figura, y mientras tus ojos miraban ese cuerpo fijamente, mis sentidos fueron capturados de un repente, tus manos, ahora danzantes, pasaban de un punto a otro levantando melodías para mí ininteligibles en ese preciso momento en que la calma se me había ido, y me parecieron tan puras tu manos, y  la belleza que entregaban, y tan hermosa tu frente, y la inteligencia que ella albergaba, que sentí profano mi deseo de tomar a las unas y besar a la otra. Sentí, sinceramente, una profunda distancia entre nosotros.

Me cayeron de forma copiosa las preguntas que me han tenido profundamente confundido, ¿Cómo ves realmente este  mundo?, ¡Y qué importa!, ¿Cómo lo sientes?, ¿Sientes también ese aroma que posa la alegría venidera sobre nosotros cuando estamos siendo felices?, ¿O el frío que toma el aire de nuestras almas cuando habremos de perder algo?, ¿Notas también esas pequeñeces en las que suelo perderme?.

Y es que, si acaso tu cabeza divaga por planos complejos y profundos, como lo hace la mía, ¿Podríamos viajar de un punto a otro por fin acompañados?, no tienes idea de cuánto he buscado en alguien esa dulce sensibilidad que muestras cuando estás creando algo, o cuando las yemas de tus dedos acarician este mundo, desde la flor más silvestre hasta tu piel propia, me he dado cuenta de que apenas comprendo el misterio de tus manos.

Entonces, viene el pie de mi respuesta, ¿Sabes por qué me he parado en un punto de silencio?, porque la distancia que sentí ese día se debía a comprender las profundas diferencias de niveles entre ambos, fue entender que estaba menos cerca de ti de lo que creía, en cuyo caso, por el mero hecho de lograr saberlo, ¿Tendría la capacidad de superar dicho escollo con los mismos talentos que estoy usando?, ¿No sería eso hermoso?. 

Spatha

Al tener la visión de que la pequeñez de tu espalda,
cubre aún ahora un lugar en el que habré de transitar,
siento a esta dimensión profunda pertenencia,
y el deseo de abrazarla si la tarde viene a cerrar.

Esas palabras que me dices con cierta prisa,
que como giros suaves tejen una honesta mentira,
son las mismas que repito con una leve sonrisa,
que se esconde detrás de cada despedida.

Cuando pienso en el cielo amplio y tan profundo,
pienso también en las veces que he cruzado tu mirada,
y esa sensación de infinito campo fecundo,
llama a la mía, de vacíos tan cansada.

Y por todas las veces que te has reído,
lejos de mi vida o justo aquí a mi lado,
siento la  alegría de un mundo que despierta,
que no conoceré más una luz tan cierta.

Se marcha tu espalda y no quiero despedirte,
ni aún por el placer de volver a saludarte,
crece en mí el deseo de que no hayan más partidas,
¿Busca acaso alguien el adiós de la mujer querida?.

lunes, 2 de noviembre de 2015

Estela

Creo que todo comenzó el día que volví a ver las estrellas, aunque siempre las miraba, porque comprendí que vivíamos debajo de ellas, irrenunciablemente, incluso antes de ser nosotros al conocernos, incluso después de las distancias que la vida marca…

Vienes a ser, desde el primer segundo,
como el juego de los arbustos en sus horas,
y el mar que sopla cuando se amanece,
el lago y su aroma al anochecer, profundo.

Y me pareces por la mañana una flor en rocío,
cuando agachada fijas en algo tus ojos,
mas te levantas pronto con ellos al cielo,
y tus ideas viajan a este mundo, sin despojos.

Pues eres a mí, que siempre dormí junto a los bosques,
lo más parecido al verde de este mundo,
puedo cerrar mis ojos entre ti trenzado,
puesto que mis sueños no rehúyen de tus brazos.

Sí, será tu piel entonces la tierra muelle,
donde enraizar cada atisbo natural de mi,
e iremos entonces siempre acompañados,
donde el cielo está en permanente carmesí.

miércoles, 28 de octubre de 2015

Quamvis

Llegó una vez con sus manos partidas,
que abrigaron lo que se había roto en mí,
fundí en mi pecho sus palmas desgarradas,
que retiró llevándolas sobre sí,
la quise mucho por ese simple gesto,
la amé aún más por el quedarse ahí,
fueron al tiempo sus manos tan hermosas,
que al retirarlas ella arrancó de mí
viejos dolores e infancias olvidadas,
que fui más fuerte aunque nunca más le vi.

Cinco pasos sobre mi relato

I

Sobre una meseta levemente inclinada, justo antes de los montes que revisten la costa, o justo antes de la costa que reviste el mar, dio finalmente con recuerdos de su infancia, en lo que se podría llamar las ruinas de Frotzenplaz, lugar en el que -según los ancianos- se  podían observar las bocanadas de fuego con las que las ranas dentadas hacían infranqueable aquel lugar, y lugar en el que -según toda persona- Hannllvis mostró cómo su locura sería su instrumento más fuerte de gobierno, emplazando ahí la ciudad paternal del quinto imperio de los hombres claros, ahí, donde por primera vez un hombre mortal pudo ver el mar a pasos de una iglesia, o un mercado plenamente oferente, se observaban ahora cientos de cimientos y nada más que eso, como si una hoja gigante se hubiese arrastrado contra la ciudad, llevando consigo  todo lo que perdiese conexión con el suelo, y, sin embargo, fue ahí mismo donde Izkodar se detuvo para encontrar la calma que anhelaba.

- Aquí vivió Hannllvis –suspiró fríamente- que además de fundador y gobernador de todo esto, fue mi padre, y aquí caminé junto a él una y mil veces, arrastrando los leños que el bosque que nos abriga entregaba justo antes del invierno, pues cuánto amaba valerse de sus propias manos.
Casi como si no le importara la destrucción completa de su ciudad de infancia, o más bien, como si no le sorprendiese, caminó por lo que eran menos que ruinas, como lo que eran más que atisbos lejanos que sólo su corazón ahí forjado lograba enlazar para dar forma a certezas de pertenencia, y cuanto más trabajaba en ello, cuanto más la angustia de su pecho se extendía. Sólo por no ser ambiguos, diremos que mientras más recorrió cada escombro, mientras más observó la anormalidad de todo lo roto y mientras más creció esa sensación de no pertenecer al mundo, menos sorpresa capturó su cabeza, tanto así había sido su viaje para llegar ahí, y la separación profunda de su infancia ante la pérdida de su padre.

II

Si observásemos el plano de la ciudad de Frotzenplaz, de hace unos 100 ciclos1 atrás, veríamos una especie de alameda serpenteante que sube hacia el punto mayor de la ciudad, en cuanto a altura, y en cuanto a cercanía con los montes protectores, ahí, donde se emplazaba el palacio, se emanaba cierta brisa de gloria que llamó a los oídos de Izkodar con suficiente fuerza como para abandonar toda observación y girar la cabeza, tendremos que decir, sin ánimo de cansar, que la otrora alameda ahora sólo era distinguible como un ancho camino, zigzagueante y aun así especialmente transitable gracias a no contener escombros, Izkodar lo siguió llegando al punto alto, donde al poner los pies y reconocer la elasticidad del suelo logró recordar su viejo hogar de primeras aventuras, la entrada al palacio de su padre, y casa gubernamental del Quinto Imperio, levantó la cabeza como recordando mil detalles, se vio corriendo de un punto a otro, sonriendo, esperando a su padre, abrazando a su madre, llamando a sus hermanos o desafiando a sus amigos, y, de golpe, se vio envuelto en una extraña sensación de asombro cuando, por sobre la altura de todo lo cortado, el sillón gubernamental, a veces mal llamado trono, en el que tanta veces vió a su padre entre cavilaciones por el futuro de su gente, por primera vez en años se cuestionó la realidad de lo que veía, y se acercó corriendo ansiosamente para palparlo.

III


Una vez alcanzó el gran sillón, y comprobar que era realmente el de su padre, Izkodar se sentó por sobre uno de los posabrazos (justo donde su madre le prohibía sentarse) y lloró amargas lágrimas por la infancia perdida, que nunca pudo dejar de ver como una derrota de la vida frente a él. 

Ahí, sentado, recordó y redimensionó la presencia de su compañía,  cuando les vio subir tan rápida como respetuosamente hacia donde él estaban, pues sentado allí, había un dejo de grandeza en la inexperticie de su mirada, Izkodar sabía mucho de recorrer el mundo y no ser vencido por sus novedades, pero nada de derrotar sus adversidades desde un solo punto, el arte de gobernar le era completamente desconocido, y sin embargo su ubicación frente a aquel sillón no llamaba sino a creer en el camino demarcado que poseen los grandes hombres, al menos así lo veían sus dos compañeras y su gran amigo, y tendremos que hablar de ellos.

Cuando se ubicaron todos en torno al gran sillón, se sentaron despreocupadamente, disfrutando el silencio tan grande que permitía suponer el golpeteo de las olas contra la gran costa este, justo tras los montes protectores, esa brisa jugó con el pelo de dos bellas mujeres que acompañaban desde hace un tiempo a Izkodar, a una la quería por su gran sonrisa, su fuerte risa y sus pasos decididos, a  la otra la amaba por cada momento que la convertía en mujer, una era Daldieva, la otra era Dhakiala, una le parecía bella como una flor silvestre a campo abierto en mediodía, la otra como un pétalo en rocío cuando amanece, cuando aún esconde misterios que nuestro ojo no ve, ambas eran hermanas descendientes de las familias basales de los hombres claros, y habían aprendido a caminar junto a Izkodar sin juzgarlo, lo que para él era como un prodigio.

Frente a ellas, y a la vez tras sus espaldas, caminaba siempre Zakk, hijo de los hombres nocturnos, que había prometido fidelidad a Izkodar cuando eran apenas unos niños, pero que este último jamás aceptó ver como un menor, sino como un igual, tal era su convicción que le llamaba amigo, y tal era su confianza que le tenía confiada la vida de las dos mujeres cuyas cabelleras la brisa del mar lejano embellecía.

IV

Sin embargo, y contrario a lo que un observador supondría, Izkodar no viajaba por ahí de forma casual, ni en búsqueda de lo que extrañaba, sino en certeza de encontrar eslabones que le llevaran hacia todo lo olvidado, pues aún sin tener ningún momento difuminado en su memoria desde que fuese pequeño, tenía la certeza de que algo fundamental se había escapado de su vida, llegó a esa conclusión luego de recorrer infinitas partes del mismo mundo, tenía ese vacío de no encontrar en ningún rincón conocido lo que le llegaba a faltar.
-Protégelas

Gritó desgarrando su garganta a Zakk, indicando a sus dos compañeras, mientras bajaba a toda carrera hacia la planicie más amplia de los viejos escombros, justamente ahí, y tal vez por haberse detenido, un hacha volante le arrancó el casco (y gracias a eso nada de su cuerpo propio) y acto seguido vio sobre sí caer tres pesados cuerpos que le superaban por más de cinco palmas, mientras intentaba identificar a aquellas beligerantes visitas, y concluir que no parecían hombre de linaje alguno que conociera (pero por nada alguna otra especie), utilizó su brazo más torpe para sostener su cuerpo y no completar la caída, permitiendo un giro de pies que le permitió zafarse de sus enemigos y tomar cierta distancia, pero solamente por la necesidad de romper su inercia para atacar, así, mientras sacaba sus inmaculadas armas, el corvo de Môrth [Brazo izquierdo] y la Espada de su padre se abalanzó contra sus enemigos, mientras su brazo izquierdo rompió el vientre del que había quedado más próximo, su pierna derecha dio contra el cuello del siguiente, y ahí, en posición casi horizontal, exponiendo la guardia de su espalda, fue arremetido por el tercer y libre atacante, hecho que Izkodar esperaba ansiosamente, pues utilizó su aún libre brazo derecho para empinar su espada, de esta forma, al girar, desgarró a el vientre de uno de sus enemigos, clavó mortalmente a otro, y liberó su pierna de la sujeción que el tercero había hecho luego de recibir el golpe, este último, en la pésima decisión de huir, fue aplastado desde su espalda por dos golpes de rodilla y lo último que oyó fue un romper de casco sobre su cabeza. Una vez deshecho de cualquier riesgo, Izkodar observó a un grupo de cuatro atacantes atacando a Zakk, y por consiguiente, amenazando a sus dos compañeras, sinceramente, no tiene caso describir cómo estos extraños hombres conocieron su final, pero el más afortunado conservó sus brazos antes de morir.

V

Izkodar se levantó una vez asestado el último golpe, y tras mirar pasionalmente el bienestar de sus compañeras, bajó guiando por su olfato en búsqueda del origen de aquellos individuos, y llegó entonces hasta un camino para él desconocido que daba a aquellas ruinas, una ruta lateral que se perdía en un baile de arbustos que apenas puede llamarse bosque, y del cual no pudo ver final, más sí un par de ojos fríos que le miraban con miedo y desprecio, como arrojando llamaradas azules, cuyas bocanadas había percibido cuando bajase rápidamente de la colina para liberar de riesgo a su compañía de viaje.

Ahí, en esa ruta, se marcó el punto de inicio de lo que nos convoca, y toda historia consiguiente bebió de su nombre, nunca por lo antes descrito, sino por todo lo acontecido en su correspondiente futuro. 

Fuga

Durante mucho, mucho tiempo, tuve la certeza de que, justo al girar cierta esquina, en alguno de los pasos que daría por esta ciudad, encontraría a la persona que he extrañado desde que era un niño, y por eso, cuando dejé de percibir eso tuve la sensación irremediable de que tenía que marcharme, mas, con el tiempo, tuve cierta tranquilidad de que todo llegaría a su tiempo, y claro, me refería al momento de irme, pues lo otro lo terminé descartando al conocer un poco más el cómo funcionan las personas.

He aprendido a sentirme tan distinto al común de las personas, y a vivir en una frecuencia tan distinta, pero cuando se me hace imposible llorar cuando todos lloran, o sentirme acompañado aun habiendo mucha compañía en mi entorno, no puedo sino temer un poco por mi conexión frente a la otredad, a veces siento que he focalizado demasiada energía en puntos que al no ofrecerme respuesta me han llevado a desoír cualquier cosa. Es justo en esos momentos en los que alguna pieza musical, o alguna escena audiovisual me arranca lágrimas y entiendo que mi complicación es aún más profunda.

Creo que tengo una frustración demasiado profunda frente a lo que no he logrado compartir.

Necesito saber que también vivo en este mundo,
que también existes en este plano que toco,
que encontraremos un rincón para nadie más,
excepto nuestras almas cuando tengan que habitar.

domingo, 25 de octubre de 2015

XXVI

No será la primera vez que necesite un abrazo aún ausente, mas si no fuese tan único como irreemplazable, si cualquiera sirviese, no tendría las convicciones que la soledad otorga.

miércoles, 21 de octubre de 2015

Kuss

Cuántos atardeceres cubrió el mismo manto,
y hoy que traes aquel nuevo entre tus manos,
miro al cielo en un rojo tan distinto, y entretanto,
todos los anteriores me parecen vanos.

Cuántos silencios rompió este mundo,
y hoy tus labios traen esa melodía,
que quiero sellar con los míos,
y guardarla para el partir del día.

Y besarte tanto, y en tantos lados,
que mis labios despierten para descansar
del sueño de tocarte siempre, descontrolados
en poder tenerte y hacerlo algo real.

Y besarte tanto, y en tantos tonos,
que mi cuerpo se impregne con tu aroma,
al punto que en cada rincón de él
haya un instante de tu persona.

Y besarte tanto, y en tantas formas,
que mis labios te conozcan tanto más que ayer,
y cada rincón de tu alma y tu cuerpo
se queden esperando a volverme a tener.

lunes, 12 de octubre de 2015

Carta nunca leída [23-06-2010]

No deberías culparme por asumir tardíamente lo mucho que te amo, y mucho menos castigarme por eso, en el pasado, desconocía donde dirigía mi vida, que deseaba realmente de ella, me sentía un extranjero en todas partes y mi sentido de pertenencia se había perdido en absoluto… justamente en el momento que nos debimos alejar, y que agentes externos hicieron que esa distancia no fuese solamente  física, no entiendo cómo pasé tanto tiempo sin que fueses mi prioridad, alejado a una soledad absoluta y sin deseo de saber sobre alguien, viví mis suspiros durante gran parte de esos primeros días que en definitiva fueron años completos que perdí buscando cosas que ni yo entendía… hasta que vi con claridad, acepté lo que ya sentía y dejé de negar lo evidente, cada cosa hermosa que habitaba en este mundo, quería compartirla contigo, cada cosa horrible, alejarla de ti, y si algo de eso me causaba dolor, solo quería cobijarme en tus brazos, era así de sencillo, así de obvio.
Es por eso que, en esos peores momentos de mi vida, donde más te necesité, y donde nunca estuviste, odié mi existencia, cerré los ojos y seguí adelante, con el orgullo tan herido como erguido, buscando la supervivencia por sobre todas las cosas, soñando con que en algún momento podría verte, y mis dolores se calmarían solo si me abrazabas, no quería estar con nadie, no quería siquiera saber de nadie, pero la vida me obligó a rodearme más que nunca de otras personas… y mi corazón, lentamente invadido,  se enfrió aún más, deseando estar más lejos aún de cualquier compañía…  eternamente solo hasta que ella pudiese verme.
El frío de las mañanas de invierno, la calidez de los tenues rayos del sol en su mediodía, el olor de la tierra ante la primera lluvia, la calidez del refugio ante esta, la comodidad de estar con tus amigos en torno a una estufa, las melodías que evocan felicidad, la paz previa a dormir luego de un día bien trabajado, la blandura del pasto para sentarse en primavera, el alivio de la sombra en una arbolada en verano, tu perfume, mis alegrías, la perfección del mundo cuando lo observo desde tus brazos, el sabor de mi plato favorito, las conversaciones de nuestra opinión sobre el arte, todas esas cosas, todos los días, todas las otras cosas que he vivido, todas las novedades que de seguro viviré, todo eso… desearía compartirlo siempre contigo. En otro caso, ninguna felicidad es plena, ninguna compañía es suficientemente grata, y vivo el día a día con la sensación de estar matando el tiempo, ocupándome mientras llega lo realmente importante, y “mientras tanto”, soy buen hijo, excelente estudiante, buen amigo, buen hermano, crezco como persona, me convierto en hombre, me hago fuerte física y mentalmente… todo eso… matando el tiempo, hasta el momento en que podamos estar juntos de nuevo, y entonces, cuando vuelvo a verte, cuando dudo si has anhelado ese momento tanto como yo, a través de los años… me siento insignificante y solo.
Por todas las veces que te acerqué a mi pecho y respiré de tu cabello… me cuesta vivir sin ti, incluso, cuando me siento totalmente capacitado para ello, aún me cuesta, porque no quiero hacerlo… todo este tiempo, toda esta soledad, mis lágrimas, mi furia, mis nudillos partidos, mi tendinitis, las mañanas luego de soñar contigo, todos estos años de mi vida, ¿No importan nada para ti?, “Decide tu si nos volveremos a ver algún día o jamás”… la vida es hermosa, realmente hermosa, pero de todas formas, si tu estas a mi lado, solo si tu estas a mi lado, esa belleza tiene sentido.

lunes, 14 de septiembre de 2015

...cansancio [II]...

Estoy harto de que actúes como si me entendieras, más bien, harto de que finjas querer entenderme, ¡Realmente no es eso lo que quieres!, quieres conocerme, ¡Ah!, pero no estamos hablando del interés de una persona en otra como tal, estamos hablando de tu deseo irrefrenable de atender mis debilidades para anclarlas a ti, de minar cada uno de mis puntos de falla para hacerme caer a tu antojo, estoy enfermo de que me mires de esa manera despectiva, como fingiendo saber realmente lo que pienso, cansado de tu silencio insoportable, y ese tono de voz distante que ocupas para referirte a mí últimamente, voy a echar abajo cada uno de los espejos de esta casa, no quiero volver a verte en ella nunca más.

miércoles, 9 de septiembre de 2015

IV III


Todo lo que he querido, durante todos estos años, es tumbarme en alguna parte junto a ti, y conversar contigo hasta agotar mis fuerzas, para quedarnos dormidos uno al lado del otro, no se trata de la dulzura que emana tu voz, sino de cada una de las ideas que surgen de esa profunda mente que te hace indefinible.

Vinctus


"...a lo que más le temía era a perder la libertad, estar sumido en la rutina era también una forma de ser cautivo, veía barrotes en todos lados, y sentía una profunda soledad en cada paso, a veces tomar la mano de alguien y caminar es una forma de ser libre, pero no puede desearse tomar mano alguna cuando la apatía te ha consumido, era como mirar en sí mismo y no hallarse, y es mejor sentirse fuera de lugar que vivir fuera de sí..."

IV II


…porque mi  persona suele ser suave como una brisa, y la tuya como todos los pétalos del mundo, solo he sido hermoso arropado de ti, y sólo he sido feliz levantándote, cuando has querido, he encontrado la razón de estar.

IV I


De la nada y porque sí, así fue como yo sentí que la amaba sin poder huir, podría buscar justificación en cosas menores, como el brillo de sus ojos cuando algo le encanta, o su sonrisa que paraliza el tiempo y aun así se me hace insuficiente. La conozco desde hace tanto, y a la vez desde hace tan poco, que todo lo que sé de ella se me hace escaso, aunque a penas logro manejar todos los pensamientos a los que me conducen sus detalles.

Su inteligencia es suficiente como para mantenerme atrapado por horas, resulta que mi atención va más allá de lo que nadie había logrado captar desde que fuese muy niño, cuando me deslumbraba con mucho menos, y por la riqueza de su pensamiento, me siento más consciente que nunca a su lado.

sábado, 1 de agosto de 2015

...temporaria...

La vez que le vi para el adiós, siendo ella todo lo que había alcanzado en ese momento, tuve la extraña sensación de que no volvería a querer y mucho menos amar a alguien así durante muchísimo tiempo, y que aun conociendo a la persona indicada, pasaría mucho tiempo sin que eso pasara… idea que casi descarté, bajo la observación que terceros hicieron, idea que confirmé conociendo nuevas personas, y que ahora misma está en entredicho.

Hace poco, me había preguntado cómo sería sentir que quieres a alguien de la nada, sin ningún motivo aparente, y sencillamente porque la otra persona estuvo frente a ti para mirarte a los ojos desinteresadamente, hace menos aún, tuve una especie de respuesta a eso, y recordé por qué cuando pude liberarme de querer así a alguien que no me correspondía me sentí aliviado, ahora que estoy justo con un pie en cada situación, creo que tomaré un tercer camino, lo bueno es que todavía estoy vivo, todavía puedo vibrar junto a mi corazón y lo que este llegue a sentir.

Una de las cosas más hermosas de ser niño es disfrutar de esos momentos felices sin saber realmente qué nos está pasando.



No lo hagas [Etme]

No lo hagas [Etme, Mevlana]

Supe que estás empeñado en dejarnos, ¡No lo hagas!.
Estás planeando amar a alguien más, ¡No lo hagas!.
Están planeando ser amigo de alguien más, ¡No lo hagas!.
¿Qué haces en un territorio desconocido, extraño?
¿A qué corazón enfermo vas a recurrir?, ¡No lo hagas!.
No nos los alejes de nosotros, no vayas a esos territorios
estás fijando tu mirada en lo que es robado, ¡No lo hagas!.
Oh la luna y el cielo están cabeza abajo sólo por ti
tu nos llevaste al lamento, al dolor y a la muerte, ¡No lo hagas!.
Tu, que estas por sobre lo que existe y lo que no existe,
tu que abandonas así esta existencia, ¡No lo hagas!.
La luna se puede tornar oscura de dolor si le das la espalda,
¿Está planeando destruir el hogar de la luna?, ¡No lo hagas!.
Nuestros labios se secarían, y al mismo tiempo
nuestros ojos se llenarían de lágrimas, ¡No lo hagas!.
Si no tienes las fuerzas para enfrentar el amor,
¿Por qué te involucras con el amor?, ¡No lo hagas!.
Oh, tu que posees el cielo y el infierno
haces que el cielo parezca el infierno, ¡No lo hagas!.
El veneno no nos daña aún en el plato del azúcar,
tu que endulzas el veneno con azúcar, ¡No lo hagas!.
Tus nos regocijabas, pero esto me acongoja,
me estás perturbando, estoy sufriendo, ¡No lo hagas!.
Mis ojos, contaminados con lo prohibido, son los ladrones de tu belleza,
oh, tu que eres digna de ser robada, estas robando, ¡No lo hagas!.
Aún rebelado el momento de decir algo, no es momento de hablar,
¿Por qué estás forzando el ocaso del amor?, ¡No lo hagas!.

Extraído de la obra de Yalal ad-Din Muhammad Rumi [Mevlana], Etme.
Escuchado en Ezel, serie de televisión.


...Ella, la que era de acá...

Te quiero incluir en mi rutina,
porque eres más linda que Cristina,
Cristina era una niña del vecindario,
con la que me aprendí el abecedario.

Así como me gusta el helado de piña,
y también me gustaba el de vainilla,
a mí me gustaba esa niña,
la niña que vivía en mi villa.

A veces hablábamos leseras,
y tomábamos té con la tetera,
pensar que alguna vez le pedí un beso,
y ahora ella tiene sobrepeso.

Sora

Como si en ello me limpiase,
ante la suavidad de las olas,
algo en mí se desvanece,
poco a poco, sin importarme.


Y se escabullen las emociones,
¿Acaso también se decoloran?,
mientras las viejas estrellas caen,
poco a poco, me iluminan.


Llega la lluvia, siento su suavidad,
el tiempo ilustra mis sentimientos,
sin que nadie llegue a saberlo,
poco a poco, una y otra vez.


Y, como el sol y su brillo,
sentí entonces tu corazón,
como si fuese una visión,
poco a poco, en la distancia.


[Sola - Binkan na Fuukei, 
Adaptación, Francisco]

...lingua...

El hombre vive del lenguaje, glorifica el fruto máximo del intelecto, y la estabilidad que la comunicación le ha supuesto... sin embargo, y aunque le usamos a diario, ¿Quién logra efectiva comunicación con sus pares?, ¿Quién logra efectiva comunicación con la naturaleza, un prado, un árbol, un lago o los animales que revolotean?, ¿Quién entiende aunque sea un ápice la verdad que nos gritan?... muchos se han conformado con los viajes intelecuales, hemos debido abandonar nuestro íntegro derecho a los viajes físicos, o a vivir de ellos... 

Poco a poco nos estamos matando, pues como dijo Victor Hugo, la naturaleza crea hombres salvajes, que mezclan su lado feroz con su lado humano... la ciudad crea hombres feroces.

...respicere...



Hay quienes dicen que mirar hacia atrás es un acto inocuo, puesto que nada se puede hacer respecto al pasado.

Sin embargo, no importa qué tan pequeño o enorme, qué tan hermoso u horrible haya sido tu dolor, mirar hacia atrás no hará más que revivirlo, y esfumará todo aquello que podrías haber aprendido, amplificarás la pérdida y anularás la ganancia, romperás el equilibrio, tampoco importa si se trató de una alegría enorme o una felicidad verdadera, mirar hacia atrás no harás más que herir tu alma al comprender la falta de aquello.

En efecto, mirar hacia el pasado altera las cosas de forma desastrosa.


...romance lunae...



...vivía a los pies del bosque, suficientemente cerca de ella, de modo que nutría mis noches de verano con innumerables diálogos... yo realmente la conocía muy bien, y aunque me decían que estaba loco, podía saber cómo se sentía con tan solo mirarla, como cuando dijeron que ella nunca brillaría por luz propia, esa tarde estuvo especialmente triste... ella nunca me juzgaba, por eso, ahora que vivo en este mundo, donde sólo puedo verla a lo lejos, el escuchar su nombre logra abrigarme... por eso, aunque sea sólo antes de dormir, suelo contemplarla, vieja luna, joven historia...

...inhians...

Voy a pedir un deseo,
no desear cosa alguna,
ni acompañado ni solo, espero,
estar conmigo a la luz de la luna.

Voy a pedir un deseo,
nunca esperar cosa alguna,
pues sin vivir expectante,
toda decepción se esfuma.



...tantum...


La vida no entrega nada en aislada unidad, quien camina por libertad, quien camina por soledad, cruzarán sus caminos sin buscar lo mismo, quien busca inteligencia, quien busca amor, trenzarán sus vidas aún sin entenderse, nuestras posesiones llevan a nuestras carencias, nuestras carencias son nuestras posesiones, no podemos cargarlas sobre otra persona, no podemos exigir que alguien las abandone.


Una verdadera compañía jamás llega sola, le acompañan en cada instante recuerdos de días pasados e ideas de días posibles, memorias que no le competen solo a ella, tal y como la soledad evoca la infancia, tomamos algo para saber lo que definitivamente perdimos, pero nunca perdemos la capacidad de esperar algo, sino la de aprender de aquello, aquello de lo que necesitamos despreocuparnos, para volver a hacer todo nuevo. 


miércoles, 3 de junio de 2015

"...calidez..."


Buscamos esa pequeña calidez que regocija,
aquellas carnes cuyo talle a nuestros brazos ajusta,
y aquel aroma de fruto desconocido,
al que clama desde siempre nuestro sentido.

El abrigo del manto que cubre cada tarde,
otrora frío escenario en el que temblamos,
cede su calor a dos cuerpos unidos,
que le contemplan mientras este se esconde.

Y un escenario de paz al fin nos cubre,
pues nadie busca el sofoco en este mundo,
mas todos rehúyen del frío que es profundo,
y anhelan la calma de tenerla en sus brazos.

Y ese calor perentorio ya se torna,
prima emoción que al ser deja prendido,
inexplicable va y ajusta hacia sí misma,
cada detalle que entonces se ha vivido.

Como en el metal indeleble se graba,
por naturaleza de ardor y derretimiento,
también atemporal se marca en el pecho,
la época de más febril sentimiento.

Todos buscamos esa pequeña calidez que nos hace felices,
todos buscamos esa pequeña calidez que es la felicidad más tierna,
libre de maldad, libre de angustias, libre de excesos,
todos buscamos sentir que tenemos exacto lo antes ansiado.



...ignorantiam...


Sobre la pequeñez de aquellas manos, y la inocencia de cierta carcajada, sobre la caída de una lejana cabellera y la calidez de ese abrazo diario, olvidé la última vez que pensé al respecto, e ignoré la seguridad de no volver a hacerlo, recordé los colores que ya no veo, y los silencios que se han perdido, llegué al punto de desconocer las vidas que alguna vez disfruté, ahora que lo pienso, estuve perdiendo toda belleza frente a la vida, había estrechado mi paleta de colores, vivía en un monocromo, danzaba ante un monocorde insufrible, pero, por fortuna, aunque hubo algunos nombres que debí olvidar… el mío sigue siendo mi propia ruta a la felicidad…

"...nihil..."

lonely star by ffulanoo

No tuvimos tiempo de construir nada,
no fue necesario destruir cosa alguna,
ese día lo comprendí, porque se marchó,
y sólo perdí el deseo de verla recuperada.

No tuve tiempo de comprender nada,
mas hubo palabras, sin algo por describir,
ese día lo acepté, porque guardé silencio,
pues no hubo a quien decir que le extrañaba.

Ella murió, ahogada entre lo pliegues del tiempo,
el día que vi su rostro y no encontré sus ojos,
el día que vi sus ojos y no encontré ya nada,
ella decidió perderse de lo prometido.

Trazamos una ruta que guió mis pasos,
ella decidió perderse del camino,
entonces la extrañé desde mucho antes,
el adiós llegó cuando ella ya no estaba.

Y se rompió mi paz, que sigue esperando,
pues su último adiós no significa nada,
que quien espero se marchó sin palabras,
que quien dijo adiós no era quien amaba.