sábado, 5 de diciembre de 2015

Quaestio et Romance


¿Puedo sentarme aquí?, ¿Puedes quedarte?,
el escenario es bello y las hojas no ralean,
¿Puedo apoyarme en ti?, ¿Puedes dejarme?,
y que mi frente duerma sus preocupaciones.

¿No te irás cierto?, ¿Puedes quedarte?
el mundo está hermoso ante la luz de tus ojos,
y quiero esperar hasta que el sol se esconda,
y el frío nos obligue a tomarnos las manos.

¡Ah!, ¡Es tan hermoso compartir esto contigo!
las hojas caen libremente, parecen felices,
si observas un instante, la vida emana bajo ellas,
y junto al pasto que amo tanto más ahora.

Los árboles cantan tan suaves, ¡Y también bailan!,
estoy feliz, de oír tu voz y la de ellos,
y ver como se arrojan tus pies a este tapiz,
que ellos protegen para que sea nuestro.

¡Y como no estarían los árboles felices!,
si te amo tanto como ellos a la tierra,
y sus buenos corazones entienden que te busque,
¡Y tanto!, filtran la luz para que te encuentre.

Veo tu mirada escondida entre las sombras,
buscando mis ojos como los míos a los tuyos,
y se encuentran, se miran, ¡Y huyen!
como la piel del fuego que es mucho abrigo.

Y los árboles se abren en generoso juego,
y la luz nos sorprende buscando nuestros rostros,
y se encuentran, se tocan, ¡Y se quedan!,
como la piel que haya a la que es su abrigo.

¡Ah!, ¿No te irás cierto, puedes quedarte?,
quisiera que esta noche fuese eterna,
tengo la certeza de que tu amor es mío,
y libertad del tiempo que todo corrompe.

¡Ah!, ¡No me iré jamás, quiero quedarme!,
y hacer que esta  noche sea eterna,
ten la certeza de que mi amor es tuyo,
y que la lógica del tiempo incluso rompe.

Genus Memoriae


Mi padre movía con decisión y fuerza la carne,
mi madre ajustaba con abnegación todo lo demás,
yo recorría la casa sintiendo que ayudaba,
y éramos tan felices como nadie más.

Ahí, junto a la mesa amablemente servida,
se hablaba de tanto mientras se comía,
parando todo cuando alguien se reía,
que aún ahora mismo ya agradezco mi vida.

Puedo decir que fui feliz, y que por lo mismo,
extraño esa casa donde estuvimos todos juntos,
la partida de mi padre supuso un abismo,
los viajes de mis hermanos cerraron el conjunto.

De soledades irreparables y abrazos adeudados,
me nutrí un tiempo aislado tras mis cejas,
mis risas y gritos permanecieron enclaustrados,
hasta que yo mismo me sentí tras viejas rejas.

Mas un día vi a mi madre y su paz sempiterna,
que oculta la inquietud que por adultez vislumbro,
y sonreí tan amplio a este cielo tan fecundo,
donde he sembrado recuerdos de voz eterna.

Sin muerte


Si uno se enamorase de un lugar y pudiese vivir junto a él para consumar ese sentimiento, recorrería todos los días ese pasillo que desde mi casa me llevaba a reunirme con los amigos de toda mi infancia, por su inmensidad, por el siseo sin vocales de los árboles que le rodeaban, por la frescura que ofrecía en verano y la calidez que ofrecía en invierno, porque desde él, a la izquierda podía ver mi casa y pensar en todos los que amaba y lo feliz que era cuando ahí les reunía, y a la derecha, porque tenía la inmensidad de los árboles que en verano se aliaban con un arroyo para refrescar cualquier tarde, indistinta su naturaleza, y porque cubría desde antes del otoño con un alfombrado de hojas cada rincón, de modo que si acompañaba mi ruta junto a algún compañero o compañera de alma, podíamos compartir la admiración por semejante escenario sin mediar palabras.

Desde ahí surgieron tantos viajes mentales e ideas que definieron mi vida en el modo más feliz, al grado de que cuando me despedí de él –y fundamentalmente de toda una vida de cosas amadas- sentí que había perdido parte de mi ser propio, y en efecto, siento que demoré un tiempo no menor en reconstruir mi corazón y la forma de albergar sentimientos por un lugar.

Ahora, por el don de mi memoria, me he vuelto a ver caminando por ahí, junto al difuminado que alcanza la tarde en esa parte del mundo, y con exactamente la misma sensación de paz profunda que ella me entregaba, reaccioné frente a lo que mi vida ofrece actualmente, y estoy tan profundamente agradecido de todo lo vivido, pero a la vez, tan profundamente contrariado de lo que se me ha marchado, que me siento en la obligación de encontrar la conjugación perfecta de todo lo que he amado, de todas maneras, no veo otra opción para saciar mi carácter.

Feminam Manibus

in this hand - http://kot-ka.deviantart.com/


Al llegar la noche hacia mi cuerpo y su memoria,
surgió del cerrar mis ojos la imagen de tus manos,
que fueron para mí maravilla promisoria,
respuesta al misterio infranqueable por años.

Como sello perpetuo del paso de tu cuerpo,
danzan tus dedos para tocar el mundo,
y llenan su ausencia trayendo de tu alma,
ideas ya tangibles vívidas a mis ojos.

Y mis ojos ven entonces cada luz más amable,
al encontrarme por ellas con lo que has creado,
que de la nada tu arrancas melodías y colores,
llega la paz de que de aquí aún no has marchado.

Y ahora que vislumbro atisbos de tu mente,
recibo una pista a mi ansiada respuesta,
y luego busco otra que la enlaza lentamente,
sobre qué subyace de tu realidad a esta.

Y contemplo tu palma tan pequeña y lívida,
y el alcance de tus dedos y su ondeo tan vívido,
aún capaces de tocar el cielo o de crear otro,
que dormiría entre ellos y el calor de tu intelecto.

Aparece...

Soledad en la Ciudad

Es tan grande esta ciudad, y tan extraños sus pasillos, que cuando me veo frente a ellos siento que me va a absorber una soledad profunda, mucho más profunda que cualquier otra soledad que haya experimentado hasta el día de hoy. 

Cuanto más cosas para ser feliz descubres en tu vida, más necesitas compartirlas, y cuando sucede eso, tienes la opción de que no sea inmediatamente posible, haciéndote inmediatamente solitario.

Hoy día, el cielo tiene un tono alegre que no sofoca, las nubes se pasean contemplándolo todo desde lo alto y es como si sonrieran, siento un vehículo acelerando a lo lejos, y tengo la necesidad de decidir qué comer al pasar por el supermercado, en mi lista de cosas por ver y discos por escuchar tiqueo uno más, y cuando se acaba el día tengo deseos de contarte sobre todo aquello.

Así que, por favor, aparece por ahí, porque lo necesito con profundidad, no tiene sentido todo lo que pasa por mi cabeza sin tener siquiera la certeza de tu nombre, o seguridad alguna de conocerte, pero estoy seguro de que cuando te descubra seré capaz de volver a entregar mi cabeza sobre un hombro, y que toda lógica de desconfianza que he establecido se verá rota.

Oblivionem


Sabes,  anteayer me recosté sobre el pasto de esta ciudad a mirar las estrellas, y hoy, mientras la tarde tomaba por completo el ambiente, contemplé el vaivén de los árboles frente a la brisa, y ambas cosas se parecían tanto al escenario en que te conocí y luego te desconocí, y a su vez, cada momento me pareció tan cercano a él, que me pregunté si alguna vez podré escapar realmente del recuerdo de tus ojos verdes.

No tengo claro cómo evaluar estos años, por una parte, mi existencia completa será menos que un suspiro frente a la inmensidad  de la naturaleza, de eso me hablaron esos recuerdos, y por otra, las vivencias intercaladas entre la última vez que conversamos como amigos hacen que esa época aparezcan a lo menos a un par de vidas de distancia respecto a mi actual existencia, siento que se ha roto toda la lógica del mundo y se han ahogado todos los movimientos del tiempo que le gobierna, y si volviese a verte como en ese entonces, seguramente te abrazaría.

No podría decir que te extraño, siendo tan distinto a quien era en ese entonces, y considerado que quien eras ya no existe en este mundo tangible (no así en el de los recuerdos), pero cuando intento capturar todo el aire que necesito, siento que una parte de ello se quedó en ese entonces perdido.