¿Qué significa configurar la propia soledad? Había leído tiempo atrás sobre la historia de Suga y su vida en Italia, y cuando mencionó esta idea me quedé absorto al punto de que nunca he dejado de pensar en ello. Configurar podría ser darle forma a algo, y en el caso de la soledad, transformarla en algo que podamos entender, y a través de ese entendimiento, lograr vivirla.
He necesitado darle una forma entendible a la soledad según las capacidades que he ido ganando y perdiendo en el tiempo, nunca podré renunciar a la soledad y nunca podré descansar de ella, lo supe cuando tenía aproximadamente ocho años, y no he tenido miedo a ese estado mental en la mayoría de mis días, para mi estar solo jamás llegó a ser algo necesariamente malo, e incluso me parece benéfico.
Refugiado en una naturaleza abundante, un estándar y un hábito de vida privilegiado, esta sensación permanente jamás me generó un conflicto por sí misma, pero no es raro que tenga estados de melancolía, silencio y tristeza que lleguen a parecer permanentes, pero incluso en esos días he tenido la costumbre de sonreír, de reír, de jugar y de actuar como si todo estuviese bien, no hay necesidad de que el mundo se entere de lo que a uno le duele permanentemente.
Creo que en mi vida solo he contado tres veces en las cuales alguien ha podido notar que me encuentro mal o incluso enfermo en lo que a mi estado de ánimo corresponde, dos de esas veces se dieron este último año. Por eso necesité descansar, tomarme una pausa y mirar desde afuera, alejándome de todos, aunque eso también fuese doloroso, agotador e incluso decepcionante.
Mis primeras heridas surgieron por depositar mi confianza y equivocarme, nunca imaginé que alguien pudiese tener la intención o el descuido de herir a otra, ahora sé que las personas se hacen esto todo el tiempo ya que las relaciones humanas y el dolor son parte de lo mismo, lo supe al entender que querer a alguien hace que sus actos sean especialmente importantes.
Sin embargo, es probable que jamás hubiese notado mis sentimientos heridos y mi corazón roto por personas en las que había depositado confianza de forma consciente, con pleno entendimiento y por voluntad de hacerlo, y cuando eso pasó perdí las ganas de volver a confiar y de volver a reírme tranquilamente al lado de alguien, incluso mi cuerpo volvió a dolerme como años atrás al punto de tener días en los que no quería levantarme.
Hubo una parte de mí alegre, que solía reírse todos los días largamente y que solía disfrutar de los más mínimos detalles, en esos momentos llegué a sentir que podía ser mi mejor amigo, al grado que los momentos de soledad eran más felices que nunca, aunque sabía que se debía a que había encontrado con quien compartir mi alegría, y que por tanto esta se multiplicaba.
Esa parte de mí hubo de morir, se despidió entre la frialdad de las personas y la monotonía que otorga una rutina impuesta para evadir el dolor, al enterrarlo anhelé con fuerza irme a un lujar lejano, donde la naturaleza abundara y el silencio tomara parte, donde no hubiese calor ni frío y el aire tuviese el aroma del rocío por la mañana, si estaba muriendo, deseaba el paraíso, y si el paraíso existía, debía ser así.
Finalmente desperté, pero no hubo nada de eso, sigo vivo, y me quedó el vacío, los días que no se dirigen a ningún lado y un tímido deseo de retomar una vida en la que podía distraerme, a fin de cuentas, hay cosas que nacen para ser tocadas, cosas que nacen para contemplarse y otras que nacen simplemente para ser olvidadas.