lunes, 21 de octubre de 2013

martes, 8 de octubre de 2013

"...licantropía clínica..."

Desvió la bestia su ruta cotidiana,
al palpar diáfano aroma sobre sí,
y enlazado a la belleza de lo visto,
decidió, desde un suspiro, vivir ahí.

Bestia herida, alma errante,
de aullidos perdidos y pies gastados,
un día entre pasos tal vez destinados,
descubrió una belleza exultante.

Flor pálida, a ratos deshojada,
de pétalos perdidos al páramo,
un día, tal vez, desesperanzada,
contempló una equívoca fiereza.

De cuidarla, se trató entonces su vida,
el deleite de su esencia su nuevo todo,
su hogar, donde sus pétalos volasen,
sin ignorar de alguno su existir.

Que ni la brisa malograra su belleza,
nunca más ella volvió a deshojar,
que ni los dioses le alejen de ella,
nunca más volvió la bestia a vagar.