Si acaso se pierde el aliento y luego se detiene el corazón,
o si es justamente al revés, nunca se lo había preguntado, mas la respuesta llegó
junto a ella. Dejó de respirar por un instante al ver su rostro por primera
vez, y se quedó sin un átomo de aire al poder contemplarla en todo su
esplendor, aún pudo deleitarse en la
dulzura de sus pasos, que fueron arrastrando su corazón poco a poco, hasta
perder toda posesión sobre él, si este latió más fuerte o se detuvo, apenas pudo distinguirlo.
Sus ojos vivaces que preguntan por todo, esa voz suave que
hace cada historia más interesante, o esa piel dulce de tono blanquecino, que
evoca la luna a medianoche...