martes, 20 de diciembre de 2016

Desiderium et Tristitia


Luego de una pérdida, el letargo,  ese espacio de adormecimiento de la conciencia en el cual parecemos descansar hasta hacernos fuertes para volver a andar, pero un día mis sentidos han vuelto a ser capturados por lo que realmente me importa, al parecer, solamente los primeros impulsos son los que valen, y el resto sólo se convierte en mentiras entramadas.

Volví a despertar entre la soledad y sus extrañas vueltas, que por el otro costado del mismo camino, me hicieron ver por donde había andado siempre, por donde me había perdido, y la razón por la que ya no podría volver a encontrarme entre viejos pasos, fue la recuperación de lo que no puede ser robado, y aceptar la partida de lo que nunca esperó quedarse.

Por eso fue que al despertar, al volver a ser yo mismo, noté que incluso ahora,  tiempo después de pasar por un desastre completo en mi vida, resignarme a muchas cosas, incluyendo la partida y la distancia de personas amadas y elementos vitales para mí, y a pesar de sentirme fuerte y capaz en muchos aspectos de mi vida, seguía sin resolver ciertas disyuntivas.

Aún me asusta que el tiempo que estuve junto a ella jamás habrá de ser el suficiente, cuando la veía deambulando de un lado a otro, con sus pies tan pequeños y poderosos, cada vez con más decisión en sus pasos, cuando veía sus manos tan diminutas y me desesperaba el que me gustasen tanto, sentía el deseo de tomarlas para siempre, cuando su voz me contaba aquello que me parecía lo más interesante e importante que he escuchado en mi vida... y trataba de extraer de ello algún detalle que nos acercara más, me colmaba un miedo que ahora mismo me abre preguntas. 

Es curioso, amo tanto los detalles que gasto a diario mucha energía contemplando las cosas hermosas a mi vista, y sin embargo,  cuando le encontraba y daba con sus ojos, los míos descansaban... y luego lo hacía  yo, de todos aquellos momentos en que caminando por el mundo no la veía por ningún lado.

Cada vez que posó su mirada sobre algo, y luego agachó sus ojos para observarlo, necesité abrazarla tanto, con tanta fuerza, por tanto tiempo...  ¿Cómo puede alguien ocupar lo que no había existido nunca en un corazón, que quizás ahora no existe… algo creado exclusivamente por y para esa persona?

Aunque sea un breve momento, y aún si son pocas o muchas, cada gota, cada asomo de lluvia, cada instante que arrecia, me hace recordarle… y me pregunto cómo sería volver a escondernos mientras, aferrados al mundo de algún libro, nos lo leemos… de una u otra forma, incluso ahora, aquello que me sana el alma me evoca a su persona, y cada vez que le recuerdo termino sonriendo.