lunes, 27 de septiembre de 2021
martes, 21 de septiembre de 2021
Nostalgia, regresos y lo que vendrá
En esa época había
tomado la costumbre de volver por la noche desde el gimnasio y, luego de una
ducha, tomarme un té y reflexionar mientras escuchaba música calma, era una
rutina restauradora, que me daba tiempo para sanar. De pronto comencé a
encontrarme con ella en algunas de esas noches, conversábamos por
largo rato y luego teníamos que intentar subir sin hacer demasiado ruido, así
que hacíamos el tonto jugando a ser espías, con lo de intentar no reírse, lo de
no hacer ruido solía ser un fracaso. Creo que fue haciendo alguna de esas estupideces
que me di cuenta de que estaba dejando atrás los dolores del pasado.
A su vez, yo había
tomado la costumbre de llegar del trabajo y salir inmediatamente, o a correr, o
comprar, etc. O bien, cuando el cansancio era mucho, tomaba una siesta y luego me
iba al gimnasio, lo que había arruinado completamente mis hábitos de sueño. De
pronto, empecé a encontrarme con uno o más amigos en la entrada
de mi casa, y empecé a reemplazar esas costumbres solitarias por la compañía y
mi risa escandalosa. Creo que fue durante una de esas carcajadas que me sentí
nuevamente feliz.
De pronto, podía estar
toda la tarde acompañado viendo un torneo de tenis, tener un ataque de risa por
utilizar mal una bolsa de chocolate en polvo (para hacer un pastel sin los
ingredientes correctos), o intentar decidir qué tipo infusión me tomaría antes
de dormir. Tengo la claridad de esos días porque tuve una fractura de costilla
y lo que más me costó fue evitar reírme.
El amor y la amistad
surgen de forma espontánea y rara vez dan aviso, pero se quedan, el amor es
algo serio, nos cambia la forma de ver el mundo, pero muchas veces la amistad
es algo aún más serio, porque mejora nuestra forma de ver el mundo. Mis
amistades son el regalo más grande que me ha dado la vida junto con mi familia
más cercana, si pudiera, los abrazaría a todos cada día.
Por razón de lo mismo,
fue muy difícil vivir los tiempos que siguieron, y encontrar la mayor tristeza
que recuerde justamente en los lugares donde había recuperado toda mi alegría,
sin embargo, como mis luces suelen vencer a mis sombras, siempre tengo la nostalgia
de esos días felices y el anhelo de volver a sentirme así, independiente de los
riesgos que corra, pero a su vez, lucho contra el pesar del luto no deseado por
aquello que me gustaría tener todavía a mi lado.
Para poder superar a mis
sombras, fue necesario que entendiera la diferencia entre la nostalgia y el
luto, la nostalgia a veces sirve para entender los propios deseos, a veces nos
impulsa a encontrar o recuperar aquello que da sentido a la vida e incluso a la
felicidad, mientras que el luto es el entendimiento de lo que no va a volver,
cierra caminos y nos indica por donde ya no podemos ni debemos intentar
transitar. Se deja de sufrir cuando se ocupa la nostalgia para seguir buscando
y el luto para dejar de buscar.
En el fondo, hay una parte de mí que se pregunta constantemente cómo podría compatibilizar mi apertura hacia el futuro con volver a tener algunas cosas que me hicieron profundamente feliz y me devolvieron las ganas de levantarme y hacer el día a día. Quizás hay mucho de eso que es irrecuperable, sin embargo, quiero darle continuidad a todo lo que pueda, y seguir construyendo una vida tanto como mis energías me lo permitan.
domingo, 19 de septiembre de 2021
Lo que crea que es mejor
Son muy pocas las
veces en que uno llega a elegir entre opciones que lo hacen igual de feliz,
normalmente nuestras decisiones están más condicionadas por balancear lo mejor
y lo peor de cada escenario, y quedarnos con aquello que se aleja lo más
posible de lo que no queremos en nuestra vida. La vida cobra sentido solo
cuando se inician suficientes aventuras a largo de la misma, algunas nos acompañan
para siempre, y algunas son solo visitas fugaces, no todo tiene una razón de ser
y no todo nos deja un aprendizaje, en la vida está aquello que simplemente nos abandona
y hay veces en las que sencillamente fracasamos. Por eso las elecciones son complejas.
En general, hay un
pesar tremendo en despedirse de algo que se ha iniciado, de una persona, de una
idea, de la idea sobre una persona o simplemente de una época que nos hizo
felices pero nos empieza a doler, pero aquello que no logra tomar una forma que
nos siga bridando bienestar se transforma en un peso, simplemente no puede seguir
en nuestro día a día.
Es imposible no
esperar nada de nadie, por más que lo intente, cada cierto tiempo me toca
decepcionarme. La empatía no es un bien tan común, y lo que parece obvio a mis
ojos a veces es simplemente pasado por alto por otras personas, desconozco si
por incapacidad o por la mera intención de no querer verlo, pero cuando esto
pasa, cuando se trata de alguien importante, las decisiones se vuelven
sumamente difíciles y surge la opción que jamás me hace feliz, pero que muchas
veces es la mejor, que es dejar partir.
En estos momentos, en
los que tengo que empezar a darle sentido a mis ideas y encontrar una forma de
sentirme bien en la vida (porque la otra opción sería desistir definitivamente),
tengo el pesar de las despedidas no deseadas y las verdades no esperadas, en
este cansancio profundo, donde no existen los milagros, a veces miro por si algo
de lo que se quedó atrás quiere volver a mi lado. Las largas caminatas, los
ataques de risa en conjunto o la diversión que puede haber detrás de no hacer
nada salvo mirar al cielo, la luna lejana con sus diversas formas y tamaños, los
juegos de mesa, la música y las discusiones sin sentido, la alegría se va
esparciendo a lo largo de la ciudad, y luego solo queda como un recuerdo.
Siento una nostalgia
que no tiene fin, sin embargo, debo elegir lo que crea que es mejor.
miércoles, 15 de septiembre de 2021
Distancias, anhelos y realidad
Mientras más analizo mi forma de entender el mundo, más se fortalece la conclusión de que nuestra conciencia hace un esfuerzo permanente por interpretar y darle algo de forma a lo que percibe, y luego intentamos inferir lo que debería haber más allá de nuestro conocimiento. No es solo que permanentemente actuemos bajo supuestos, es que además estos supuestos se basan en meras interpretaciones, por tanto, nos vamos a equivocar todo el tiempo.
En el cielo despejado de la noche, solemos agrupar las
estrellas que se ven más cercanas entre ellas, aunque esto solo se deba a que
hay otras mucho más lejanas, a fin de cuentas, las estrellas que parecen
cercanas entre sí están en realidad a distancias que no podemos dimensionar.
De la misma manera, siento que la cercanía que solemos
sentir con alguien, o por alguien, suele deberse únicamente al contraste que su
presencia genera frente a la soledad permanente de estar rodeados de
desconocidos, aún así, puede que estemos equivocados, puede que nunca hayamos
sido realmente tan cercanos, puede que esté mucho más solo de lo que pensaba.
A su vez, nuestro entendimiento del tiempo depende
de nuestras vivencias, la felicidad siempre se marcha demasiado rápido, la
tristeza siempre se queda por demasiado tiempo, la soledad se siente como una
vida completa, y cuando encuentras la compañía que buscabas, ni todos los días
del mundo llegan a ser suficientes.
Tenemos un conflicto permanente entre nuestras
expectativas, lo que sabemos, y lo que llegamos a saber, nos decepcionamos todo
el tiempo, y en eso se nos van los días. Deseo sinceramente que respecto a las
cosas realmente importantes, esto deje de ser así en algún momento de mi vida,
pero no espero que así sea, a fin de cuentas, no es solo que la realidad choque
con mis deseos, es que mis deseos chocan con lo que puedo suponer.
No creo en los milagros, pero los espero,y recuerdo la luz de la luna, y las
palabras,y a la persona que extraño, quien yo veía,que quizás se durmió en mi memoria,que ya no existe.
lunes, 13 de septiembre de 2021
Estaciones y otro adiós
A pesar de no ser pocas las veces en las que he llegado a
sentir que toda mi vida cobra coherencia y una mirada en perspectiva parece un
relato donde todo tiene una razón de ser, esto suele intercalarse con momentos
donde nada parece tener sentido, y salvo un profundo desconcierto es muy poco
lo que se puede obtener de ahí, y al no poder obtener nada se acumula la tristeza.
La tristeza se acumula en todas partes, como el polvo que
lo cubre todo con el paso del tiempo, con el mero hecho de vivir se va quedando entre
los pliegues de la ropa de cama, en un desayuno para uno, en el historial
lleno de mensajes que no importan, o en las redes sociales desalineadas de la
realidad.
Lamentablemente, la tristeza se suele quedar con nosotros
cuando a veces debería marcharse, y aquello de lo que deberíamos despedirnos termina
quedándose. Quizás por eso las estaciones me generan una sensación de curiosidad
y melancolía. En cada estación, en cada parada, tengo la idea de ver el flujo
de innumerables historias y esperanzas de términos, inicios, descansos o el deseo
febril de entregarse del todo por algo.
Es realmente extraño que algo que nos exija entregar
todo de nosotros valga la pena, y aun así, anhelamos encontrar en nuestra vida
aquello que nos genere el deseo de hacerlo. Normalmente, cuando nos equivocamos
en encontrar este anhelo, recurrimos justamente a las despedidas.
Las estaciones y las despedidas hablan siempre de los
viajes que terminan y los viajes que inician, de que incluso recorriendo los
mismos caminos, no habremos jamás de volver, pero también hablan de los
sentimientos que no alcanzan, de lo que tenemos que ir dejando para volver a
avanzar.
En la soledad de las despedidas no deseadas y los paraderos
desconocidos e inesperados, me quedo siempre con la sensación de idas y venidas
que no valieron la pena, de aprendizajes inútiles y el deseo de no volver a
pasar por ahí nunca más.
Y mientras pienso en esto y las rutas que he recorrido,
sé que seguiré inútilmente anhelando encuentros y cruces de caminos, aún
sabiendo que no sucederán.