jueves, 18 de diciembre de 2014

...ella... quien fue...

“…podría esperarla toda una vida, pues me trenza entre sus cabellos, se abriga entre sus brazos mi alma, y se queda entre mis pensamientos, el vacío, si me falta, es una eternidad cada minuto de ausencia de ella…”

...cerrazón solitaria...

Hay fuerzas superiores contra las que no se puede combatir... que muestran su alcance desde una nimiedad, apuntando hacia eventos contra los que ninguna acción podría hacer algo, alcanzano un poder incontestablemente destructivo... la soledad es una de ellas. 

La soledad es tener una parte del corazón donde nadie entra, por más que te empeñes en hacerles pasar... nadie puede.

...expecto...

No sabemos cuando algo comienza, de golpe notamos su presencia, no sabemos cuando algo termina, de golpe notamos su ausencia. Algunos días parecen un saludo, otros una despedida, de nuestra existencia y de los viejos amigos, de padres, de hermanos y la mujer querida. Los días transcurren junto a la brisa de sus atardeceres, sucederá mil veces, como si esperásemos algo más nos haremos viejos, los días vendrán para llevarnos hacia el único adiós certero.

martes, 10 de junio de 2014

...vejez...

Cuando el sol se alza sin sofocar, como hoy día, o cuando sofoca, como en verano, en los días grises en que se esconde, como en invierno, o cuando se divierte secado hojas, como otoño… en cualquier instante, en cualquier parte, si cierro los ojos… me veo rodeado de mil cerros resplandecientes, corriendo en una alfombra verde e indeleble, hacia ventanales de madera blanquecina, donde vislumbro los primeros atisbos de un hogar. Justo ahí donde las mil presentaciones de la naturaleza eran mis amigas, y mi entorno social no forzaba más allá de la elasticidad de mi corazón de niño.

Obligado a conjugar más elementos sociales de los deseados, y despojado de los diez grupos de cien que me hacían feliz, la tormenta de preguntas me llevó a la profunda inacción durante días que fueron milenios.

Si se considera que los cambios de etapa presentan una multiplicidad de elementos existenciales completamente nuevos, difíciles de administrar para cualquier persona, alguien nacido y formado para una reducción máxima de ellos inevitablemente habría de equivocarse de sobremanera al exponerse a suma cantidad de factores, el diferencial de costumbre sería lo suficientemente pequeño como para llevar los errores naturales a catástrofes incontrolables.

Si se considera que los cambios de etapa presentan una multiplicidad de elementos existenciales completamente nuevos, el impacto de las primeras veces tendrá una trascendencia tal, que cuando se tratase de causales de felicidad, su profundidad marcaría una forma de percibir el mundo que te acompañaría hasta el último de tus días.

De esta manera, la inexperiencia exacerbada radicaría en la pérdida de elementos cuya trascendencia existencial sería irrenunciable, llevando a un nivel de extravío tal entre los planos de la vida, que la cuota de dolor le desviaría totalmente de su condición natural, y la incapacidad de volver a sorprenderse de la misma manera, vetaría de toda esperanza de felicidad íntegra de ahí en adelante.

¿Estaría entonces condenado a ser infeliz por siempre?, definitivamente no, pues no volvemos atrás, pero debemos reencontrar nuestro hogar, yo, entre bosques, cerros y ríos espero algún día dormir tranquilo, sabiendo que he encontrado todo aquello que perdí, o descubriendo que extravié sólo una mínima exprensión.

Tenemos, realmente, que partir algún día desde el punto de comodidad, pues esta última no significa paz, y sin esta no existe realmente nada, tenemos que decir adiós.

miércoles, 12 de marzo de 2014

...ida...

La vi un día entre numerosas almas,
y la conocí desde aquel instante,
y la quise para mis brazos,
pues la quise desde mucho antes.

Yo la quería como a la vida propia,
como a la luz matutina,
como al sueño nocturno,
como a ella misma la necesitaba.

En la diaria batalla, en el día a día,
con paciencia incomprendida,
con el tiempo de mi vida,
así es como yo la quería.

Mas un día se me fue con lo que sentía,
y sentí de golpe mi alma vacía,
de sentirlo todo hasta ningún latido,
recorrí el camino, me sentí perdido.

Pues no pude encontrarla tras mirar su rostro,
pues no pude verla tras sus mismos ojos,
se había ido con mi vida propia,
y me quedé ahí donde el pesar acopia.

Ella se fue y no la vi jamás,
si fue ilusión quedó en mi la duda,
yo la quería y ella ya no existía,
vino la vida, se la llevó un día.

Ella era en sí lo que yo sentía,
que más que amor era su nombre propio.