Detrás de cada rincón de mi memoria se esconde una sonrisa
tímida y una mirada de fascinación, un festival de emociones tan colorido como
aquellas cosas que siempre quiero recordar, esa inocencia profunda de creer que
los otros veían el mundo con igual
maravilla y pureza, y guardaban el mismo amor ferviente a la oportunidad de
estar vivo.
Detrás de cada lamento de mi alma se esconde un suspiro arrancado y un pestañeo ciego y lánguido, creo que puedo llegar a entender que alguien vea la vida de forma menos espectacular y sin mis arrobamientos, que vivan lejanos a la esperanza de lo bello, pero no logro entender por qué se empecinan en compartir esa amargura aun sabiendo que es tal.
Después de pasar por un mundo de gentes así, no he podido volver a verlo todo con plena luminosidad, porque a pesar de todo, comprendí la necesidad de la compañía, y si bien en primera instancia uno se conforma con lo novedoso, una vez vuelve a congeniar todas sus necesidades, las siempre sabidas y las descubiertas, requiere inmediatamente una realidad que las conjugue, que en este caso viene a ser el rodearme de quienes vean el mundo con igual admiración, que hayan llegado hasta el día de hoy siendo fiel a eso, en cierta forma, quiero acompañarme de gente que no le tema a la soledad, luego, que valorice la compañía de alguien de forma profunda, que busquen maravillarse en conjunto frente al mundo, quienes que no vendan sus principios por una palabra amable al azar.
Detrás de cada lamento de mi alma se esconde un suspiro arrancado y un pestañeo ciego y lánguido, creo que puedo llegar a entender que alguien vea la vida de forma menos espectacular y sin mis arrobamientos, que vivan lejanos a la esperanza de lo bello, pero no logro entender por qué se empecinan en compartir esa amargura aun sabiendo que es tal.
Después de pasar por un mundo de gentes así, no he podido volver a verlo todo con plena luminosidad, porque a pesar de todo, comprendí la necesidad de la compañía, y si bien en primera instancia uno se conforma con lo novedoso, una vez vuelve a congeniar todas sus necesidades, las siempre sabidas y las descubiertas, requiere inmediatamente una realidad que las conjugue, que en este caso viene a ser el rodearme de quienes vean el mundo con igual admiración, que hayan llegado hasta el día de hoy siendo fiel a eso, en cierta forma, quiero acompañarme de gente que no le tema a la soledad, luego, que valorice la compañía de alguien de forma profunda, que busquen maravillarse en conjunto frente al mundo, quienes que no vendan sus principios por una palabra amable al azar.