domingo, 17 de mayo de 2020

Tiempo



Tan orgánicos como temporales, habitamos en este entorno de presentes, pasados y futuros, y el paso de los días nos hace también pasar de nosotros mismos, de lo que pensamos, lo que creemos y finalmente lo que sentimos, hay un leve adiós a ello en cada anochecer.

Ese temor a despertar habiendo perdido algo termina dejándonos noches sin dormir, y fatigas que se acumulan debajo de nuestra mirada, y de nuestras sonrisas.

Esa leve sensación de pérdida no cesa jamás, porque la vida la trae consigo por el mero hecho de existir, y sus ganancias son de hecho un intercambio justo y de compensación, en el que desarrollamos el hábito del agradecimiento al descubrir elementos nuestros en esta vida.

A veces, este largo pasillo resuena silencioso y frío, con un brillo incómodo en cada tañer de  nuestros pasos, a veces, también suena a melodías, paz y calidez, y tal vez solo basta con ubicarnos del lado correcto del tiempo.

sábado, 16 de mayo de 2020

Cosmonauta


Hubo, en algún lugar de este mundo, alguien que viajó mucho más allá de lo que veía o imaginaba, cuando emprendió su viaje lo hizo sin apenas saberlo, pero lo entendió al encontrarse en escenarios y formas totalmente desconocidas.

Este viaje le entregó alegría y plenitud, y sintió que había encontrado su lugar mucho más allá de su hogar, aunque eso le traía una sensación de ausencia y no pertenencia que se acallaba con las fuertes risas que cada sorpresa le arrancaba.

Sin embargo, los viajes se llaman así porque tienen un inicio y un término, y muchas veces un retorno al punto de partida, por lo que un día el cosmonauta finalmente regresó, pero salvo la inmensidad y la soledad de su viaje, sentía no haber obtenido nada.

Sin ser capaz de explicar lo que había visto, y lo que había interpretado, el vacío se le hacía más y más evidente desde la quietud de su hogar.

Tal vez la tierra, sin grandes estrellas ni infinitas posibilidades, parecía dolorosamente intrascendente, y puesto que estuvo viviendo en un sueño, llegó al punto de olvidar cómo vivir, o más bien a olvidar el cómo vivía, y por consecuencia, el quién había sido durante lo que había sido su vida (la real y permanente).

Mientras construía visiones perfectas en su mente, recordó sus anhelos de libertad y tranquilidad, y entendió por qué había regresado, porque había entendido que la libertad es, primero moverse junto con nuestra voluntad, pero segundo llegar a entender hacia dónde nos movemos.

El cosmonauta finalmente decidió que no tenía sentido volver al espacio, dejó de creer en las estrellas, porque dejaron de parecerle hermosas, pero a pesar de eso, durante un tiempo estuvo obligado a verlas a diario.

Aunque no entiende por qué las cosas pueden tomar carices tan irónicos, y tiene la sensación de que la gran mayoría de los viajes que hizo fueron inútiles, ahora puede ver más allá del cielo (porque ya lo conoce) y dormir tranquilamente.

A fin de cuentas, hay cosas hechas para ser tocadas, otras hechas para ser contempladas y algunas únicamente hechas para ser olvidadas.

Memorias y tiempo


Dentro de su memoria no existía nada más que la imagen límpida de esos ojos y esa mirada completamente inocente, pura, y a la vez conocedora de haber causado un daño que probablemente no podría reparar, esa imagen, que se parecía mucho a la imagen del amor consciente, consciente en cuanto a lo que sentía y en cuanto a lo que producía en el otro, se convirtió en una especie de templo mental en el cual podía ir a descansar toda vez que el agotamiento de la vida real pareciera más fuerte que él.

Era como si esa versión joven e ilusa de su propia persona hubiese permanecido en el tiempo, como un mensajero que traía ese recuerdo para conservar la esperanza de aquello que había llegado a amar en este mundo, encapsulado en un momento sutil en el cual, por vez primera en toda una vida, había descubierto que podía acertar en entenderse, en entender al otro, en leer una relación y en esperar lo mejor aún preparándose para lo peor.

Esta imagen, el silencio de esa mirada y el brillo de esos ojos tomaron una connotación tan sagrada en su memoria, que comenzó a tener cada vez más terror frente al paso del tiempo, y no lo hacía por el miedo a perder ese recuerdo (lo que era imposible) ni a alejarse demasiado de ese momento (eso había sucedió ya hacía mucho) sino que le temía al acercamiento de la muerte y la desaparición de sus memorias en este mundo, si moría, probablemente ese recuerdo habría de irse con él y luego de eso, toda la belleza con la que había comprendido el mundo dejaría de ser.

En cierta manera, para su consciencia, estaría abandonando un mundo que dejaría de ser junto con él.

Lágrimas reales


A fin de cuentas, solo puedes tomar las lágrimas y el pesar de una persona realmente importante para ti, y hacer algo al respecto, en caso contrario, las cosas se complicarán un poco, es como intentar tocar una melodía que no amas del todo, y entonces el verdadero sonido de tu corazón no llega a ser oído.

Si pienso en los días más felices que he tenido, siempre han contado con la presencia de personas que me son y para quienes puedo ser realmente importante, y pensando en eso, me he quedado dormido muchas veces, en especial en los día de soledad y silencio, en los que busco algún detalle que me ancle esa época, sería como volver a aquellos días pero sin miedo de perderles.

El verdadero sonido de mi corazón y las melodías que capturan momentos de una persona, algún acorde, una canción o simplemente un canto inocente al paso, y luego, cada vez que esto resuene, habrá más que música en mis recuerdos.

No mirar atrás



Mirar al pasado es en primera impresión algo inocuo, puesto que no hay nada que alterar de lo que ya sucedió, nada habrá de cambiar con pensar en ello.

Sin embargo, no importa qué tan pequeño o enorme, qué tan hermoso u horrible haya sido tu dolor, mirar hacia atrás no hará más que revivirlo, y correrás el riesgo de perder la perspectiva que otorga todo aquello que podrías haber aprendido, amplificarás la pérdida y anularás la ganancia, romperás el equilibrio, tampoco importa si se trató de una alegría enorme o una felicidad verdadera, mirar hacia atrás no harás más que herir tu alma al comprender la falta de aquello.

Mirar al pasado tiene, por seguridad, un impacto en nuestro presente, y si bien es bueno entender sobre lo ganado y lo perdido, puede cargarnos con aquellos que ya no debemos llevar.

Un año



Al descubrirte, un día y por mera casualidad
no recuerdo nada más que una leve alegría
y luego de eso tu mirada, tu sonrisa y su bondad
y el andar tranquilo anunciando lo que vendría.

Cuando pienso en ti, pienso en el adiós nunca dicho
y las palabras que se nos filtraron al intentar decirlo
como errores pequeños, que deslizaron una mentira
como ocultando el dolor por trasuntarlo por ira.

Ah, qué feliz que fue, y tan triste que fue
los días que te quise y los días que te amé,
ah, qué feliz que fue, y tan triste que fue,
saber sobre los brazos donde no estaré.

miércoles, 6 de mayo de 2020

Petricor ausente



¿Qué quedará luego de que todas las luces se apaguen y la medianoche reine sobre mi conciencia? Estar solo es, a fin de cuentas, no poder comunicar lo que para uno es importante, sin tener a quién decirlo realmente, y a su vez, es notar que lo que para uno es importante no lo es para el otro, si todas las memorias y momentos vividos tienen un impacto distinto en cada uno, pero además de eso, se ubican a niveles de distinta importancia, ¿Qué quedará al final del día y al momento del adiós? Tal vez solo una incertidumbre inútil.

El último verano no tuvo jamás su primera lluvia, y como ella, hubo un montón de cosas que no llegaron (y que creo que nunca llegarán), siento que realmente estuvo a punto de caer, lo parecía en el cielo, en el viento, en el cómo llegaron a lucir las estrellas, pero el amanecer siguiente no trajo nada, y me quedaron les recuerdos, sus imágenes y poco más.

No quisiera creer en eso en ningún caso, y esperaría descubrir que me equivoco si en algún momento no puedo pensar de otra manera, para eso necesito tiempo y algún milagro, como el de volver a esperar algo, o el de volver a creer en algo más.

Silencio


Habrán vuelto los saludos tan cordiales
y palabras de intercambio y de bondad
mas las risas incesantes sin sentido
es posible que ya nunca volverán.

Oiré nuevamente por mi nombre
y amablemente igual responderé
mas las ansias de conversar en el silencio
seguramente ya nunca estarán.

¿Valdrá la pena lo que anduve y lo que tengo?
si dónde estuve y lo que tuve fue tanto más
que parezco extraviarme hacia mi mundo
y que ahora no pudiera regresar.

Esos días que no han vuelto no lo harán
y finalmente tu tampoco volverás,
en tus ojos ya no llego a encontrarte
como alguna vez te creí hallar.

Como eras, no lo sé, estuve perdido
como eres, yo me pierdo incluso más
extrañando oír tu voz como la he oído
es que escucho que me acabo de apartar.