sábado, 8 de julio de 2017

Recuerdos lejanos, a diario


Por aquellos días el mundo se ha tornado un lugar vacío,
de luces escasas que apenas que destellan a mis ojos,
y de días cuyo despertar me lleva a un lugar erróneo,
de estrellas perdidas que se escapan de mis manos.

Entonces, me siento cansado y anhelo aquel silencio
que me cantaba junto al viento que ya no logro escuchar,
que sin arrastrar los suspiros del bosque, ya no me toca,
y sueño con que podrías llevarme a la paz que perdí.

Si acaso, por el cansancio de nuestro mil y un días,
nuestras piezas volviesen a romperse, pero por sí mismas,
y al mismo modo, por voluntad del mundo y sus giros
llegáramos a conocernos, tan solo una vez más.

Podríamos, quizá, alinear nuestros nosotros fraccionados,
ya incapaces de armarse desde la ausencia del otro,
enlazarían únicas, únicamente en la compañía mutua,
que abriría el lienzo que entintamos en otros sueños.

Quizá, nuestras piezas ya se han roto en lo interno,
y lo han hecho por no nacer solo para sí mismas,
sino para alcanzarnos a nosotros, que dormidos,
hemos culpado al mundo de no volver a buscarnos.

martes, 4 de julio de 2017

Una vez encontrada, y perdida


Justo a medianoche, como estrellas de invierno, fueron
presas  del silencio, tus ojos que escondieron su destello,
y hojas, como corriendo de un punto otro, se agitaron,
cuando el viento logró saludarme desde tus cabellos.

Atrapados de súbito por su ritmo, nos encontró este mundo
sin apenas poder vernos, el uno junto al otro nos tomamos,
y nos reímos tan aceleradamente por encontrar lo perdido,
que nos perdimos entre mares de los que no regresamos.

Antes de conocernos nos quisimos, entre palabras escondidas,
pude llegar a escucharlo, pues al respirarte atrapé a mi pasado,
recordado, tomó una forma en la que pude incluso abrazarle,
que cuando me nombraste el nombre mío se hizo mi aliado.

El viento cargó nuestras plegarias desde días tan lejanos,
que hasta volvernos cercanos se agitó con nostalgia,
y ahora pareciera que se alza en euforia, y descansa,
tras saber que nuestras pieles se tuvieron mutuamente.

Entre lagunas silenciosas apenas dos voces ondean libres
bajos árboles amables, dormiría a tu costado, sonriente,
en la frescura de aquella brisa que suspira por nosotros,
que nos llevó nuestros nombres cuando estuvimos lejos.

Siendo más que nada el amor que no se ha perdido,
si te pienso, es como si el sol me tocase en media noche,
mientras ilumina otros campos que no llegan a mis ojos,
que te quieren para sí, y se abren, si acaso creen encontrarte.