jueves, 12 de mayo de 2016

Anhelo


Yo viví en y desde un lugar donde llenaba mis pulmones de un aire frío que lo limpiaba todo, donde podía también respirar mi alma, de los silencios, de las caricias de un mundo generoso, tanto que ahora mismo caminaría a la orilla del viejo lago, me sentaría a escuchar lo que tiene que decir, arrullándome, dormiría, tal vez descansaría, y mi nombre retomaría su sentido.

Supongo que cuando los sueños y aquello que vislumbras al cerrar los ojos convergen a lo mismo se trata de amor, que cuando ello llama a los prados, los árboles, el cielo infinito, el silencio y los atardeceres perpetuados, ya has visto el mundo en su forma más amada, si el alma viaja hacia lo mismo una y otra vez, ¿No es una demanda acaso de que el cuerpo le acompañe?, si las conclusiones por sí mismas marcan el devenir de la vida, mi corazón ha tomado ya determinaciones irrenunciables.

Entonces, esperaré incansable por aquel día en que innumerables hojas danzantes al himno del viento, con ríos que aún corren profundos, negados al paso del tiempo, se unirán con mis lágrimas y la lluvia para nuestro reencuentro, no querré más de todo ello a lo que me he visto expuesto, y dejaré de ser feroz al volver a ser salvaje, estaré libre al encontrar mi eterno descanso, en esos ciclos culmines en primavera, cuando el cerezo asoma sus primeros frutos del año, con la belleza que trae la expectativa de lo seguro, cuando el cielo es azul profundo sin sofocar, y cada hoja ondea suavemente y en el silencio sisea su melodía eterna, y así se acerca el atardecer, el cielo se enrojece y da paso a las estrellas que por fin puedo ver claramente.

Infinito


La última vez que pude contemplar la noche en calma, el cielo se me abrió de par en par, como un nuevo y vasto mar, vi en él sus estrellas, sus mil tonos, sus mil luces, y vi en él también mi reflejo, ubicado en ese infinito, las viejas pérdidas fueron intrascendentes, pues me rodearon miles de siluetas danzantes como todo aquel que sonríe, pero más allá de ello comprendí muy poco, del mismo modo que las estrellas se ignoran unas a otras, pues forman parte de algo tanto más profundo.

La mayor admiración y el vacío más grande lo he experimentado al darme cuenta de que no soy capaz siquiera de dimensionar el alcance de mi ignorancia, la infinidad de la naturaleza es abrumadora, y solo sé que por el simple hecho de que al cerrar los ojos no pueda alcanzar la oscuridad absoluta, debo preguntarme si al abrirlos realmente estoy viéndolo todo. 

Trance


Desde pequeño, me soñaba frente a la libertad, en ver surgir las más grandes criaturas en el horizonte, mirando el mundo desde los cerros, en el patio de mi casa o en la orilla de un lago y entonces, desde siempre, cuando la belleza captura mis sentidos, espero que algo gigante sobrepase todas mis expectativas de conciencia, mientras albergo esa realización como factible.

Desde siempre, me pierdo de este mundo a veces tan burdo que han hecho los humanos en búsqueda de lo que increíble que yace detrás de cada maravilla de la naturaleza, es entonces cuando algunos esperan que atienda a sus razones y no entienden la voluntad de mi arrobamiento, y que no, no tengo que volver a ninguna parte, antes bien, es por acá por donde ando de paso, yo pertenezco a las ideas que inundan mi mente, antes que al estatismo que seca a quienes se burlan de ellas, no volveré a permitir que cualquier persona me aleje de aquel trance que necesito como al agua misma.

Pensando en ti



Estoy pensando en ti, dondequiera que andes
por los soles gigantes y los cielos sempiternos,
por los campos floridos y las lluvias arreciantes
por la vida llenándonos de su amor materno.

Por aquellos días de pasión profunda a la vida
en ese mundo vasto en el que existimos juntos,
por la imagen de tu alegría, desde mí nunca ida
y mis ojos con sus iris más que nunca profundos.

Porque cuando te atreves a darle la cara al sol
las otras estrellas parecen nunca haber estado,
aunque nada desaparece, ni ha cambiado su rol,
pero aquello más poderoso no puede ser negado.

Por todo lo que hizo hermoso los días aquellos
en los que amamos las mismas cosas y a la vez,
por nuestras almas, rebosantes de todo lo bello
estoy pensando en ti,  dondequiera que estés.

Descamino


¿En qué momento perdí tanto como para poder recordarlo todo, para tener que recordarlo todo?, es una pregunta que espero nunca volver a hacerme, y es que muchas veces te debates entre los días impostergables y los solo inevitables, y si bien los primeros parecen los más crueles, hay que preferirlos frente a los segundos, ya que estos últimos traen tras de sí un "tal vez", y donde nace el engaño comienza la corrupción del alma, que te lleva a caminos equívocos.

Cuando tienes felicidad colmada en tus manos pero te has alejado tanto que estás en un escenario que no te permite plasmarla, es muy parecido a perder los mejores días de tu vida, es la sensación de re aprender colores rehuidos y evocar las formas que alguna vez impregnaron, mas no tener visión de donde pintarlos, habiendo olvidado también cómo es un lienzo.

Sin, embargo, sea cual sea el camino, siempre tendremos la imagen de la felicidad alcanzada, de nuestro yo saltando en alegría, y si lo buscamos, si lo seguimos, llegaremos justo ahí donde podemos ser realmente felices.

lunes, 2 de mayo de 2016

Ella, que es mi amiga


Haciéndoseme conocida tanto tiempo después de verla por primera vez, aún conservo un sinnúmero de detalles de cuando por fin conversamos frente a frente, desde la barra de chocolate que compartió conmigo pasando por su miedo al vuelo de las palomas hasta las carajadas por alguien que casi choca contra un teléfono público por un ataque de hipo que nos hizo saltar, y en general, desde entonces he podido acompañar mis recuerdos de numerosas situaciones que se perpetúan al ser compartidas junto a quien desde siempre ha pertenecido a tu clan.

Siempre respetuosa a la otredad, ha sabido encontrar tras mi personalidad distante, esquiva e incluso fría, a la persona cálida y preocupada que más me gusta ser, y dado que la he conocido desde el mismo modo que lo he hecho con el mundo, a través del tiempo y la paciencia, desde mi costado he podido contrastarla con el todo, verla carente de maldad, comprensiva con los espacios de cada quien, siempre receptiva a lo que le importa, sorprendentemente asertiva gracias a ello, pero a la vez suficientemente atenta al todo, como si supiera que incluso lo que no le interesa podría llegar a serle útil e importante.

Suficientemente fuerte para vivir la vida que ha sido tan suya, ha sido capaz de verme de la misma forma ya fuese corriendo como si no hubiese un mañana, con los nudillos inflamados luego de golpear a un poste o con medio cuerpo inutilizable por calcular mal un salto, lejos del juicio y la incomprensión, y por lo mismo más cerca de mí, siempre he encontrado la misma alma en su voz, su mirada y su caminar.

Hay personas que uno desea no se alejen jamás, habitualmente, a través del eco de risas capaces de sobreponerse a las situaciones más críticas y dolorosas, sosteniendo a través de ellas una inquebrantable fe en el otro, se tejen amistades que soportan el peso de los años, en una red que ahoga a quién intenta romperla, y que me ha llevado a la ira más lúcida frente a quién lo ha intentado.

Si tuviese que ubicarla en algún punto,  sería escalando por la vida y no a las faldas de su montaña, por eso, me molesta un poco verla buscando situaciones allí abajo, quiero que siempre esté escalando, que siempre esté disfrutando de la vista de la que le provee su propio esfuerzo, que sea feliz,  que sepa que ahí en la cima está la estabilidad que convierte la alegría y los momentos contentos en felicidad, pero para llegar así de alto, hace basta un salto definitivo, por eso,  me molesta más que un poco verla confundida respecto a su peso específico, a su verdadero valor, arrastrando cargas de terceros sin recibir un apoyo frente a las suyas, pero aun así, como siempre es ella misma, como siempre puedo llamarla por su nombre, es que, en un mundo que quiso enseñarme la desconfianza, ella es definitivamente mi amiga.

Como en la ceniza una flor, quieta
se queda, como se me queda la duda,
de cuántas batallas ha dado, pero perdura
su sonrisa amistosa, su carcajada pudiente.

¿Sabrá ella?, me pregunto en lo sincero
de su corazón limpio, de que ser libre merece
de su felicidad mil anhelos junto, empero
cuando un día la opaca, una esperanza perece.