Khobi levantó la cabeza lentamente, como quien
despierta de una larga noche de sueño al ser tocado por la luz del sol, con los
sentidos deshabituados a lo que estaba al frente de él, o más bien, con su
cuerpo sabiéndose frente a algo completamente nuevo.
A medida que sus ojos se levantaron, una silueta
tosca y frondosa fue tomando la forma de un árbol gigante, que le excedía en
toda proporción, con raíces fuertes y profundas que parecían flotar a la vez
que adentrarse en suelo que pisaba, y ramas gigantescas de todos los colores
creíbles, aladas en hojas verdes y profundas como el océano turco, una mirada acelerada hubiese hecho creer al
observador que aquel árbol parpadeaba emanando una luz blanca desde sí misma,
sin embargo, Khobi logró observar que desde cada rama crecía una especie de
guirnalda blanca que se trenzaba sobre cada parte del árbol, llegaba a sus
extremos y se difuminaba como consumida por un fuego invisible, para luego
volver a nacer, este cuerpo que nacía y renacía emanaba una luz más pura que
cualquier cosa que Khobi hubiese conocido, y despedía una melodía y un aroma
que eran uno en sí.
Ante semejante espectáculo, se vio sobrecogido al
grado de tomar entre su mano la mano de Zmara y suspirar lánguidamente:
-¿Ha estado esto siempre aquí?
- Tal vez sí, tal vez no, lo desconozco y lo que dijese sería una mentira, solo sé que nunca le había visto…
- Tal vez sí, tal vez no, lo desconozco y lo que dijese sería una mentira, solo sé que nunca le había visto…
Antes
de Zmara haber terminado siquiera su respuesta, vio a Kobi acercarse al árbol
para abrazarlo fuertemente, y, sin haber soltado su mano, invitarle a hacerlo
igualmente.
-Este será nuestro árbol, ¿Vale?
-Khobi, no puedes tomar aquello que te gusta
simplemente porque te gusta.
-Pero, ¿Acaso no lo habías visto nunca?, entonces,
de seguro nadie más lo ha visto tampoco.
-Vale, pero no es como si eso te diese derecho
sobre él.
-Como yo lo veo, como yo le siento, estoy seguro
que es primera vez que alguien le percibe así, y al menos este momento, este
momento de él mismo será únicamente nuestro, y le cuidaremos desde ahora, y le
visitaremos.
-Hey, me tengo que marchar…
Khobi
se quedó mudo, porque si acaso hubiese terminado de cerrar su idea habría
logrado despedirse de su tan querida compañera, pero eso fue todo menos
posible, cuando giró su cabeza mientras pestañeaba para pedir un por qué sólo
se encontró con el aire, justo ahí donde había habido compañía, y además de
eso, una extraña aflicción rodeó sus pensamientos como cargándole el pecho, de
modo que dando pasos titubeantes se alejó del lugar hasta perder de vista el
árbol y luz alguna que este pudiese entregarle.
Tan
centrado estuvo en sus pasos y en alejarse, que cuando levantó la cabeza se vio
frente a un campo gigantesco de verde degradado, cuando más alejaba la vista de
donde venía, menos verde y más decolorado se volvía el paisaje, y la alfombra
de amistoso pasto pasaba a parecer cruda e inerte arena.
Khobi
se sentó un tiempo en ese confuso panorama mientras miraba el cielo, y tanto le
observó que pasó desde conocer la luz de su día a conocer los destellos
perdidos del cielo por las noches, y durmió lánguidamente esperando sentir el
deseo de ir a algún lado, mas se despertó con el mismo deseo que lo había
llevado a los sueños, y se quedó ahí respirando el pasto como queriendo sacar
de él alguna respuesta, pero el silencio de éste solo aportó a aumentar el eco
de su ayer vivido.