lunes, 8 de noviembre de 2021

Estado Actual VIII: Vidas, cambios y ser el mismo


“Ser pasajero es vivir; permanecer sin continuar es morir”

"Resistirse al cambio, tratar de aferrarse a la vida, es, pues, como retener el aliento: si persistes, te matas"

Alan Watts. (1987). La Sabiduría de la Inseguridad.

Había decidido en algún momento que aceptaría todos los aspectos de mi vida como meros instantes, donde todo sería pasajero, renunciando al impulso de preferir lo estático y buscar solo aquellas experiencias que ofrecieran algo permanente. Hace muchos años atrás, cuando no entendía nada de lo que creía saber, tuve también el impulso de validar solo las cosas que eran trascendentes, sin saber que solo estaba juzgando a priori, sin tener idea de lo que habría de tener largo alcance en mi vida.

Y fue justamente al abrirme plenamente a aquello que pudiese ser pasajero que experimenté las vivencias que volvieron a trascenderme tanto como para constituir la mayor plenitud, felicidad y significado que recuerde desde mi época de infancia, justo cuando dejé de buscar las grandes respuestas es que empecé a encontrarlas, y casi como movilizado por la misma ironía, cuando empecé a desear que eso dejara de ser pasajero y me acompañara por siempre, empecé a perderlo. De pronto ya no tenía ni la rutina que me había marcado, ni a las personas de esos días con la frecuencia que hubiese querido, y me quedó solo una construcción basada en recuerdos.

Después de un luto extendido, me sentí capaz un día de poder volver a conocer cosas, volver a aceptar lo que no es permanente (que en realidad es la vida misma) y disfrutar incluso de visitar a alguien aun sabiendo que nunca le volveré a ver, y, sin embargo, mi corazón me sigue doliendo por las cosas que querría conservar a mi lado. Desde que nacemos no dejamos de perder, nuestras familias, nuestros amigos, la juventud, las vamos perdiendo una y otra vez, y, sin embargo, no logramos acostumbrarnos a eso, lo que también es motor fundamental de nuestro potencial de felicidad.

Entre todas estas idas y venidas, no dejamos de cambiar, algunos intereses dan paso a otros, nuestras capacidades mutan y nuestras rutinas se ven afectadas, las proximidades con los otros se pierden, o se acentúan, y de golpe pareciera que estamos en una obra completamente distinta donde solo se conserva parte del elenco, algunos actores son los mismos, pero nada más.

En todas estas idas y venidas, cuando miro hacia el pasado y mis errores, lo que sufrí por ellos y lo que la gente que más amaba sufrió, me pregunto cómo es posible que aún solo por nuestras memorias, tengamos tantos deseos de abrazar y besar a alguien, o sintamos tanto la ausencia de hábitos y maneras como la forma en la que habremos de preparar el arroz.

He cambiado porque me he adaptado a las circunstancias, ser fuerte no es suficiente, y el que no se adapta perece, pero respecto a lo que es realmente importante a veces deseo traer de vuelta muchas cosas, he cambiado, aunque en cuanto a ciertos deseos, anhelos y nostalgias, sigo siendo el mismo. Y creo que la vida se trata de balancear ambas cosas.

Este era tu lugar

Este era tu lugar, sus rincones y recovecos adoptaron tu nombre, tanto que perdí la cuenta de todas las veces que te vi sentada mirando al día levantarse por las mañanas, tanto que recuerdo cada vez que cerrabas la noche mirando desde ahí, este era tu lugar, y cuando lo veía encontraba paz.

Ahora, con el verano ad-portas, si miro ahí me lleno de recuerdos que se me escapan, los encuentros fortuitos que pasaron a los encuentros buscados y las veces que esperaba verte aparecer se me hacen lejanos como una vida ajena, e importantes como si perdiera la mía si llego a olvidarlos.

El olor del polvo de esta ciudad, el viento tardío de primavera y verano, la sombra débil de algunos árboles, que no nos llegaba, las conversaciones desde la ventana, el oír en mi habitación el sonido de tu voz dando vueltas por ahí, el lugar desde donde todo surgía, aun si llego a mirarlo, incluso si lo veo, siento que ya no existe.

Los momentos, el concepto de quienes fuimos, y el amor que en lugar de morir se durmió en el tiempo y los pasados a los que no se debe ni se puede volver, me recuerdan de aquel que era tu lugar, y de cuando las calles se nos tornaban propias, de esas caminatas pausadas y nosotros tirados en un parque.

Aquella habitación era tu lugar, pero también lo fue esta ciudad. Y, sin embargo, tu no pertenecías aquí, y aunque siempre lo supe, el día que ya no estuviste fue como si ya no existiera nada de lo que conocimos juntos, la ciudad dejó de ser, y todo lo que aprendí quedó obsoleto, incluyendo lo que sabía de mí.

Este era tu lugar, pero tú no pertenecías aquí.