viernes, 25 de octubre de 2019

De hecho


Siento que estoy llegando a quererte tanto
que ello ha comenzando a cambiarme,
luego cada vez que contemplo tu espalda,
desvío raudo mi mirada, que calla.

¿Qué más haría sobre todo lo ya hecho?
¿Qué poder tendría alguien como yo?
Sobre mi corazón gritando desde mi pecho
y las distancias que existen entre los dos.

Yo solo querría contar con un abrazo
si duermo, si despierto, sin poder soñar,
te quiero tanto como para sorprenderme
y por ello lentamente me alejo, y me cierro.

Apenas he aprendido a comprender este vacío
cuando sin verlo pasas al lado mío,
pero aún incapaz de aceptarlo del todo
no encuentro el valor de saltar sobre él.

Creo que te has vuelto tan querida
que eso ha llegado a cambiarme,
por cada vez que alcanzo tu mirada,
por cada vez que huyes de la mía.

El viento que arrecia


Yo realmente amé el viento que soplaba aquel día,
mas las hojas que llevaba nos llevaron también,
que te amaba tanto de apenas habernos visto
que no pudo alejarnos arreciando apenas.

Cuando por la ventana busco a la noche,
y entre el cielo difuso no llego a encontrarla,
ni al amanecer posado sobre montañas,
el tiempo se queda donde lo dejaste, aún.

Estos sentimientos no se acallarán,
como en un sueño diurno vuelvo a verte,
y a perderte, al despertar de aquello,
mientras el mundo entero duerme.

Sopla, sopla con fuerza viento tardío, 
llévate contigo todo lo que quede, 
pero deja su aroma como cosa última,
y luego no me dejes nada.